Hoy entrevistamos a la Madre Benedicta de María Herrera, Superiora de la comunidad de monjas contemplativas de Schola Veritatis. Quizá los lectores recuerden la entrevista que ya hicimos a estos monjes y monjas que marcharon a lo más remoto de América, en la Patagonia chilena, para dedicarse a alabar a Dios y a interceder por todos.
Hace algo más de un año, les forzaron a abandonar su pequeño monasterio (donde yo tuve la gracia de visitarlos) y tuvieron que fundar uno nuevo en un lugar aún más apartado, en las montañas. Sus peripecias para convertir un lugar salvaje en una casa de oración donde Dios sea lo único importante recuerdan poderosamente a las historias de los primeros cartujos, benedictinos y cistercienses. Quizá en estos monasterios, como decíamos el otro día, esté la clave de la reconstrucción de la civilización cristiana. Dios mueva nuestros corazones para ayudarlos en lo posible.
- Madre Benedicta, ha pasado ya un año desde la entrevista que les hicimos, en la que nos contaban que estaban obligados a marcharse de donde estaban. ¿Cómo va el traslado al nuevo monasterio?
Con inmensa alegría y gratitud a la Santísima Trinidad, a la bienaventurada Virgen María y al glorioso patriarca San José, podemos anunciar que, en el día de Santa Teresa de Jesús, 15 de octubre de 2018, nos trasladamos desde Levicán al Valle de Nuestra Señora de Aysén. Como todo gran traslado, ha implicado esfuerzo y trabajo, pero más allá de eso tenemos un profundo sentimiento de gozo y agradecimiento. La espera de tantos años y el empeño en llegar a este día han sido inmensos. Así que podemos cantar hoy con el salmista: “Es el Señor quien lo ha hecho, ¡ha sido un milagro patente!”.
- Una fecha muy significativa…
Sí, Santa Teresa fue doctora de la Iglesia, fundadora y reformadora, así que conoce como nadie las peripecias, gracias y cruces de las pequeñas fundaciones nacientes, sobre todo cuando no tienen los medios humanos para llevar adelante tamaña empresa. La reformadora del Carmelo ha sido también la protectora de nuestro traslado y a ella nos encomendamos. Tenemos mucho que aprender de ella, de la lucidez con la que supo ver y enfrentar los males de su tiempo, de su entrega incondicional a Dios y su gran amor a la Iglesia.
- ¿Dónde está el Valle de Nuestra Señora de Aysén y cómo es?
El Valle que la Providencia de Dios nos ha regalado para la instalación de nuestro Monasterio -el cual ha sido consagrado a la Santísima Virgen bajo el título Nuestra Señora de Aysén- queda en la zona austral chilena, en las proximidades del gran Lago General Carrera, el más grande de Chile. Son unos 1.700 kilómetros al sur de Santiago. Su altura es de 930 metros sobre el nivel del mar, cuenta con bosques de lenga, una hermosa laguna, agua abundante y una verdadera «clausura natural» que circunda el Valle con montañas y un río, asegurando la soledad y el silencio que buscamos y amamos como elementos esenciales de nuestro carisma.
Contamos con la hermosa presencia de animales autóctonos como el huemul (el ciervo de la cordillera chilena) y el cóndor, tan característicos de Chile. La atmósfera es muy pura, límpida y trasparente; y la belleza y singular quietud del ambiente hace que sea un contexto muy favorable para el desarrollo de la vida contemplativa y el encuentro con Dios. También será un lugar apropiado para que, todo aquél que lo desee, pueda contar con un tiempo de retiro y separación total del mundo, en lo físico y en lo espiritual, para estar a solas con el Señor.
- Difícilmente podrían haber encontrado un lugar más remoto para el nuevo monasterio. ¿Cuál es el sentido de una vida monástica tan apartada?
Desde sus orígenes —en el siglo IV— la vida monástica se ha caracterizado por la “fuga mundi”, es decir un “dejar” el mundo para buscar una soledad verdadera que permita vivir con mayor plenitud y entrega la unión con el Señor a través de los consejos evangélicos. El desierto, en un sentido tanto físico como espiritual, implica la ausencia de todas aquellas cosas que podrían obstaculizar la propia entrega, causando la división de un amor que, por su propia naturaleza se ha consagrado todo a Dios. De hecho, la palabra “monje” viene de “monos” (uno-unidad), y el desierto, la soledad y el silencio favorecen la unidad interna de una búsqueda y una inclinación a Dios que no se comparte con nada más. Este llamado sigue siendo tan real y fecundo hoy como hace más de XV siglos.
Es verdad que no todas las órdenes contemplativas tienen puesto el acento en una gran soledad física, pero sí lo es para los hijos de San Bruno (fundador de la Cartuja y patrono nuestro), para quien la soledad y el silencio son los valores más determinantes de su itinerario espiritual. “Cuánta utilidad y gozo divino traen el silencio y la soledad para aquél que los ama, solo lo conocen quienes lo han experimentado”, decía en una de sus cartas. Ahora bien, es necesario decir también que esta gran soledad no solo no aísla de la gran familia humana, sino que, situándonos más en el corazón de la Iglesia, nos hace compartir y cargar de un modo muy particular con sus necesidades y dolores en esta hora de la historia.
- ¿Sigue habiendo personas interesadas en marchar a los montes de la Patagonia para alabar a Dios?
Aunque vivimos -por permisión de Dios- unos tiempos de apostasía, de pérdida del sentido de lo sagrado, de destrucción incluso de las realidades naturales más nucleares como la familia, el Espíritu Santo no deja de actuar en las almas y llamar a los que Él quiere que vivan en su intimidad. El cierre de muchos monasterios —especialmente en Europa— manifiesta algo evidente: la disminución aplastante de vocaciones tanto a la vida consagrada como a la sacerdotal. Eso es algo que debiera ser motivo de reflexión y de conversión. En nuestro caso, nosotros buscamos a Dios y ser fieles a su llamada, no andamos detrás de las vocaciones-se entiende, desde una perspectiva voluntarista y semipelagiana. Las almas son de Dios, y estamos seguros de que Él irá llamando a quien quiera, cada uno en su momento oportuno. Actualmente, tenemos 2 candidatas confirmadas para realizar experiencias vocacionales, para cuando el Monasterio esté terminado y mantenemos correspondencia con varias otras interesadas.
- ¿Qué han podido construir hasta ahora en el nuevo emplazamiento?
Gracias a la ayuda generosa de tantas personas que nos han apoyado con su oración y también desprendiéndose de sus bienes materiales por amor al Señor en favor de esta obra eclesial, comenzando por la ayuda y apoyo de nuestro obispo de Aysén, Monseñor Luis Infanti de la Mora, así como de nuestro obispo de Córdoba, España, Monseñor Demetrio Fernández, en la actualidad estamos levantando toda la primera etapa del Monasterio, es decir las habitaciones y los lugares comunes más básicos.
Tenemos también una pequeña Casa de Acogida, que hemos bautizado con el nombre de Betania, construida gracias a la ayuda del Cabildo de la Catedral de Córdoba, y otra casa donada por un laico católico chileno, que es donde vivimos las hermanas mientras terminamos el Monasterio. No podemos dejar de agradecer de un modo muy sentido tantas ayudas recibidas, y muy especialmente queremos agradecer a los numerosos lectores de InfoCatólica que, aun sin conocernos y estando tan lejos de nosotros, nos han apoyado para llegar a donde estamos.
- ¿Ya tienen capilla?
En este momento hemos habilitado un pequeño “puesto patagón” ‐una construcción muy rústica que usaban los antiguos pobladores dedicados a cuidar ovejas‐ como primera capilla. Aquí podemos vivir cada día el momento central de la celebración del Sacrificio Eucarístico celebrado en su forma tradicional -tan apropiada por su profundidad dogmática y riqueza teológica para nuestra vida contemplativa-, y prolongarlo por las tardes con nuestra Adoración al Santísimo Sacramento. Nos falta la Capilla del nuevo Monasterio de las Hermanas para la cual hemos solicitado ayuda a una venerable Institución eclesial de España (desconocemos el resultado de tal pedido), pero debemos nosotros también co-financiarla y no tenemos los medios.
- ¿Todavía les faltan otras cosas?
Sí, aún faltan muchas y algunas esenciales: sobre todo mejorar nuestra precaria instalación de agua que se congela y obstruye frecuentemente (quedando sin agua…), tener suministro eléctrico (ojalá paneles solares con un motor eléctrico de refuerzo) y también instalar un sistema de calefacción completo para todo el Monasterio.
- ¿Cuánto dinero necesitarían para todo eso?
Pensamos que con unos 30.000 euros podríamos costear las cosas más fundamentales. Confiamos mucho en que San José, patrono de la Iglesia y de nuestra comunidad -como ha hecho hasta ahora- seguirá moviendo corazones y que podremos alcanzar esta ayuda. También nos apoyamos en las palabras de Santa Teresa de Calcula cuando decía muy confiada: ¡El buen Dios tiene mucho dinero!
- Ahora es verano en Chile. ¿No serán los inviernos muy duros en el nuevo monasterio?
Efectivamente los inviernos acá son duros, las temperaturas muy bajas y la cantidad de nieve importante. Ese es el motivo por el cual es urgente para nosotros realizar los trabajos necesarios durante el verano chileno (hasta marzo del próximo año) para poder enfrentar el invierno con la tranquilidad de tener agua, luz y calor. En esa época se hace imposible continuar con las construcciones. Aunque debemos decir igualmente que la dureza del invierno es solo un aspecto: el invierno es también algo maravilloso, el silencio y la blancura del paisaje hace que sean los meses más privilegiados para la oración, el estudio y contemplación de la verdad.
- ¿Cómo podríamos ayudarles?
En primer lugar, les pedimos a quienes lean esta entrevista que puedan interceder por nosotros con sus oraciones, que son sin duda el bien más precioso de todos. Y además aquellos que puedan colaborar materialmente, por amor a Nuestro Señor y a la Santa Iglesia, pueden enviarnos un correo electrónico a [email protected] y le proporcionaremos los datos bancarios para hacer una transferencia, sea desde Europa o desde otro lugar del mundo. También pueden enviarnos dinero a través de PayPal (en el siguiente enlace https://www.paypal.me/sanbruno).
Es necesario volver a pensar todas las cosas desde la eternidad, y no desde esta vida presente pasajera y caduca. Desprenderse de los propios bienes por amor de Dios, es atesorar en el cielo.
- ¡No se olviden de rezar por los lectores y autores de InfoCatólica!
No, no los olvidamos, al contrario, desde los inicios de InfoCatólica llevamos a todo este equipo y también a sus lectores en nuestra oración permanente. Nos sentimos parte de esta familia.
De la misma manera, oramos por especialmente por nuestros benefactores y sus difuntos, retribuyendo de esta manera, con nuestra intercesión permanente la caridad que ellos tienen con nosotros.
Gracias en particular a Ud., Bruno, y bendiciones a su familia.
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