(InfoCatólica) El cardenal asegura que el IL del sínodo «es muy complejo e innovador, también en su estructuración, e inclusive incómodo y muy polémico, por lo cual ha sido muy controvertido. Por esta razón me he dado a la tarea de estudiarlo para -destacando sus fortalezas- ayudar a la superación por parte de los padres sinodales de las fallas y debilidades del texto».
Urosa admite que «es muy loable el interés en abordar la dramática situación de la Amazonía, amenazada actualmente por una agresión economicista voraz e irracional... Como Obispo venezolano apoyo la denuncia y rechazo que hace el IL de toda violencia contra los pueblos y el territorio amazónico... el Instrumentum pone de relieve y denuncia justa y acertadamente la gravedad de los atropellos que se están cometiendo contra los pueblos amazónicos, en particular contra los indígenas, llamados en el texto "pueblos originarios"... Debemos estar de acuerdo con la defensa que el documento hace de los pueblos amazónicos y del ambiente natural, la ecología de esa zona privilegiada.».
El purpurado, sin embargo, indica que «el IL pareciera pensar que toda la población amazónica es indígena, originaria. No es cierto, al menos en Venezuela. En nuestra región amazónica en las diócesis ya establecidas, -no en los vicariatos -, hay mayoría de criollos, venezolanos de raza blanca o mixta y afrovenezolanos que no tienen esa cultura indígena. No toda la población amazónica es originaria o indígena".
Y advierte:
«Otro de los aspectos que llama la atención en el texto es la visión optimista y laudatoria, casi utópica, con que es presentada la población indígena de la Amazonía en la primera parte del texto... También se habla de la naturaleza en una redacción extraña a la visión cristiana como un todo en el cual están asumidos los seres humanos, y como «Madre Tierra» (en mayúsculas) casi como de una persona»
El cardenal venezolano no entiende que se asegure que en el texto presinodal se afirme que «"La diversidad original que ofrece la región amazónica –biológica, religiosa y cultural– evoca un nuevo Pentecostés" (I.L.30) ¿Por qué esa diversidad original evocaría un nuevo Pentecostés? Habría que estudiar a fondo qué significa esa frase, a primera vista confusa y exagerada».
En cuanto a la visión que ofrece el IL sobre las bondades de los pueblos indígenas, el cardenal lanza una crítica contundente:
«Es una visión antropológica muy optimista, que ignora las deficiencias de las culturas indígenas, que omite sus limitaciones y fallas, y que es distinta y lejana de la muy realista antropología católica, de la visión bíblica y cristiana del hombre, sin duda imagen de Dios, pero golpeado por el pecado y en necesidad de redención».
Y pregunta:
«¿Será por eso que se habla poco de la necesidad de salvación y redención, y se habla poco de fortalecer intensamente la acción pastoral y abiertamente evangelizadora de la Iglesia en Amazonas, como si Cristo no fuera necesario, y bastara la utópica armonía natural?»
El arzobispo emérito de Caracas indica otro de los errores del IL:
«Se habla también de los clamores de justicia del territorio de la Amazonía y se presenta esta región, casi personalizada…, como un locus theologicus, un lugar teológico, donde se vive la fe y el cual sería una fuente nueva de revelación de Dios (Cfr I.L.18 y 19). Aquí encontramos un punto problemático, de seria discusión, pues se atribuye a un territorio particular y a la lucha por la justicia, la categoría de nueva fuente de revelación. ¿O fuente de una nueva revelación?»
Y tras recordar lo que enseña la constitución dogmática Dei Verbum del Concilio Vaticano II, añade:
«Sabemos que la revelación plena ya ha tenido lugar en Jesucristo, y no se puede utilizar en un documento oficial un lenguaje ambiguo que oscurezca esa realidad teológica y doctrinal. Lo menos que se puede decir es que es un lenguaje inapropiado e impreciso, que debe siempre evitarse en un texto oficial».
En cuanto a la relación que establece el IL entre diáologo y evangelización, el cardenal Urosa pregunta:
«Pero: ¿un diálogo sin propuesta de conversión, sin invitación a acoger a Jesús como el único salvador, como el redentor del ser humano herido por el pecado? ¿Por qué no se dice expresamente?»
Y concluye:
«Cierto que se habla de nuevos caminos, pero esos caminos parecerían sobre todo consistir según el I.L en un diálogo con sabidurías ancestrales y en una defensa firme de la ecología y de las poblaciones originarias. Eso no basta. No se insiste en el anuncio más explícito del kerygma, y en una acción más abiertamente evangelizadora, santificadora y pastoral de implantación y crecimiento de la Iglesia en toda la Amazonía y no solamente para las poblaciones originarias. Este desbalance es una gran debilidad del texto que esperamos los padres sinodales superarán en sus deliberaciones».
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