(Fides) El prelado explica que «de un conflicto militar se pasó a una guerra económica y comercial, siendo siempre la población civil la que sufre
Una de las señales más evidentes de la presión de las potencias occidentales hacia Siria es el derrumbe de la moneda local. «Antes de la guerra un dólar estadounidense equivalía a 48, máximo 50 liras sirias. La semana pasada llegó a alcanzar las 700 liras y hoy el tipo de cambio está alrededor de las 630 liras». Esta inflación, advierte Mons Georges Abou Khazen, «bloquea la economía y afecta a las personas comunes, primeras víctimas del costo de vida».
«En el día de hoy cuesta encontrar bienes y recursos, incluso aquellos de primera necesidad. Sobre todo afecta a las mercancías que vienen de fuera. La gente no sabe cómo comprarlas porque les falta dinero y los recursos a disposición escasean. Faltan muchas cosas que antes de la guerra se podían encontrar con facilidad». Mientras tanto, advierte, «las personas deben sobrevivir con el mismo sueldo del periodo pre-bélico, pero es obvio que hoy el poder adquisitivo de los salarios es mucho más inferior. Hoy, de hecho, no se vive».
Entre las causas del derrumbe de la lira está la elevada demanda de dólares estadounidenses en el vecino Líbano, cuyo sistema bancario es utilizado por los importadores sirios para las transacciones. El gobierno está tratando de intervenir para bloquear la inflación y detener el mercado negro, pero los esfuerzos hasta ahora se revelaron insuficientes. La crisis de la moneda puso de rodillas sobre todo a los importadores, obligados a comerciar en dólares.
El nudo central, vuelve a subrayar el vicario de Alepo, son las sanciones que «casi han puesto a cero la importación de, por ejemplo, productos que salvan la vida como el material de qumioterapia para la curación del cáncer u otras patologías importantes».
«La gente está muy cansada y no sabe qué hacer» admite desconsolado Mons. Abou Khazen. «Después de la guerra militar, ahora debemos afrontar la económica por las sanciones de EEUU y Europa. Cada familia puede disponer de sólo 100 litros de gasolina por mes, un contenedor de gas que a duras penas da para cocinar y no hablemos del gasóleo para calefacción, ahora que se acercael invierno. Llegados a este punto, cuesta más salir adelante y la gente está perdiendo la esperanza».
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