Teólogos y pastoralistas de Amerindia y Red Eclesial Panamazónica quieren que del Sínodo para la Amazonia nazca otra Iglesia

(InfoCatólica) El documento, titulado «Hacia el Sínodo amazónico» (Desafíos y aportes desde América Latina y el Caribe), fue redactado el pasado abril tras un encuentro en Bogotá de teólogos y ha sido publicado en la web Amerindia,

Entre otras propuestas, plantean abandonar la doctrina católica Extra ecllesiam, nulla salus (Fuera de la Iglesia no hay salvación):

«Ahora bien, evangelizar en un mundo globalizado, diverso y plural, como es el actual, no es lo mismo que cuando era uniforme y católico: hace falta dialogar con otras confesiones religiosas, con otras racionalidades, con otras cosmovisiones, lo cual implica el paso “del exclusivismo intolerante a una actitud de respeto que acepta que el cristianismo no tiene el monopolio histórico de la salvación”. Es decir, un cambio de paradigma que se concreta en admitir que “la cristiandad latinoamericana ha sido remplazada por una pluralidad de culturas y espiritualidades” y que permite acercarse respetuosamente al mundo multiétnico, multicultural y multirreligioso que ofrece el mapa de las religiones amazónicas para pensar en una teología y una espiritualidad autóctonas».

A favor de la ordenación de hombres casados

«es no solo conveniente sino necesario y justo, permitir el acceso a la ordenación presbiteral de hombres indicados por las propias comunidades, con independencia de su estado civil».

Ordenación de mujeres como diaconisas:

«Tenemos la convicción de que la ordenación de mujeres al diaconado, en manos de las mujeres y de la Iglesia local de la Amazonía, será una señal de que la Iglesia efectivamente quiere rescatar la dignidad de la mujer, reconocer sus múltiples diaconías y dar un rostro nuevo al ministerio ordenado».

A favor de reflexionar sobre la ordenación de mujeres como presbíteras

«Somos plenamente conscientes de la posición de la Iglesia católica con relación a esta cuestión. Recomendamos, sin embargo, que los teólogos y las teólogas, respetando de forma reverente los datos de la fe y en profunda comunión con el Magisterio, puedan continuar con toda libertad la reflexión sobre la ordenación presbiteral de mujeres, enriqueciendo su análisis con recursos provenientes de la sicología, la sociología, la antropología, la historia, la filosofía y la hermenéutica, para poder discernir la presencia del Espíritu en ese signo de los tiempos que es, según Juan XXIII, la presencia de la mujer en la vida pública».

Sabidurías ancestrales y la naturaleza como madre nuestra

«Este retorno, desde las experiencias agroecológicas –arriba mencionadas–, implica despojarnos de muchas distracciones, condicionamientos y ataduras mentales que adormecen la creatividad, la intuición y la imaginación, a cambio de entender y de reconocer de nuevo las virtudes, los saberes y las cosmovisiones existentes entre las etnias ancestrales, las cuales aún conservan la capacidad de leer y concebir la naturaleza como la verdadera madre. Es imperativo concebir, asimismo, a los bosques tropicales como una biblioteca viva, un supermercado vivo, una farmacia viva, la mejor pensión, la catedral de la vida y nuestro verdadero hogar de vida».

Cada pueblo nace de un Padre-Madre ancestral

«La ‘reciprocidad gratuita’ es uno de los grandes valores de los pueblos originarios de la Amazonía. Se origina en la comprensión de que cada pueblo nace de un mismo Padre-Madre ancestral. Son hermanos y hermanas, habitantes de la misma ‘casa’. Todas las personas asumen la responsabilidad de asegurar el bien de la ‘casa’, de la vida de los que ahí viven y de los espacios donde realizan el trabajo, la pesca, la caza, etc».

Rostro propio para la Iglesia en la Amazonia

«¡Un rostro propio para la Iglesia en la Amazonia!, es un grito dirigido al Sínodo por los cristianos de los bosques y de las zonas urbanas de la región. Teológicamente, expresa la legitimidad de una Iglesia autóctona, que se remite a una eclesialidad pluriforme que el Concilio Vaticano II rescató con su ‘regreso a las fuentes’. Pastoralmente, indica la necesidad de la inculturación de la fe, condición para plasmar un rostro propio, a partir de las características y necesidades de su propio contexto».

Cambio en la eclesiología gracias al Concilio Vaticano II

«Aunque tardíamente, el Vaticano II rescató la eclesiología del primer milenio, afirmando que en la Iglesia local está presente la ‘Iglesia toda’, entera, aunque ella no sea ‘toda la Iglesia’, pues la Iglesia es ‘Iglesia de Iglesias’. En la eclesiología preconciliar, existe una supuesta Iglesia universal, que precede y acontece en las Iglesias locales, de la que el Papa es el representante y el garante. Ya en la eclesiología conciliar, no hay Iglesia ni anterior ni exterior a las Iglesias locales».

Apoyar nuevas teologías

«Acoger y apoyar la teología india, afroamericana, feminista y la ecoteología, como soporte para la configuración de una Iglesia con rostro propio».

Asumir ritos indígenas, chamanes, etc

«Que el Sínodo Panamazónico reconozca la dignidad del modo de ser y de la identidad de cada pueblo, de su propia visión del mundo (mitos), de sus creencias, de su vida cotidiana y costumbres, de sus formas de celebrar y vivir la fe (ritos), de sus diferentes servicios (síndicos, rezadoras, bayá, chamanes, pajés, etc) y de su lengua. Creemos que Dios se manifestó y sigue manifestándose a través de los símbolos, ceremonias y tradiciones de las culturas indígenas y afro, donde Él esparció semillas del Verbo antes de la proclamación del Evangelio. Sabemos que toda cultura tiene que buscar su propio camino de conversión a la luz del Evangelio, pero la liturgia de estos pueblos puede contribuir a esa conversión ecológica –¡tan urgente!–, transmitiendo esa comunión profunda con la creación que tendría que ser asumida por todos/as».

Y:

«Por eso hay que rescatar las cosmovisiones (la memoria de los antepasados, la relación vital con la naturaleza, los orixás, los saberes, etc.) y los rituales tradicionales (jurupari, rezos en lugares sagrados, oración en las diferentes estaciones, ritos por los enfermos y en los partos, bendiciones de manantiales y semillas, cerros y caminos, etc.), las músicas y danzas regionales, etc. En las celebraciones hay que considerar la realidad social y las costumbres de cada lugar, usar preferentemente formas y símbolos propios de las culturas que broten de la vida cotidiana (frutas, herramientas de trabajo, bebidas, pescado, comidas, yerbas aromáticas, trajes, ritmos, cantos, pinturas, ornamentos, fiestas, etc.) para llegar a una liturgia encarnada en el genio de cada pueblo».

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