Mons. Gualberti: «Es necesario cambiar nuestra mentalidad y adoptar una espiritualidad ecológica»

(Fides) «Es necesario cambiar nuestra mentalidad y adoptar una espiritualidad ecológica, para detener la explotación irracional de los recursos naturales no renovables, la deforestación salvaje, los incendios forestales, incluso de reservas y parques nacionales. Pero también es urgente adoptar un estilo de vida austero, con gestos concretos y cotidianos, evitando el derroche de agua, no tirando basura en la calle y muchos otros actos que dañan la naturaleza», dijo en la homilía de ayer domingo 26 de septiembre en la Catedral el arzobispo de Santa Cruz, monseñor Sergio Gualberti .

A continuación el prelado exhortó:

«Debemos pedir al Señor perdón por los pecados contra la creación y que, en su gran amor, nos ayude a cumplir con todas nuestras fuerzas este compromiso común, vital e inalienable. Es necesario intervenir para sanar las graves heridas de la naturaleza. Nuestro país también está gravemente afectado por este problema, como los hermanos y hermanas indígenas que se encuentran en las puertas de la Catedral y los que aún están en camino».

Mientras el Arzobispo celebraba la Misa en la Catedral, en el atrio había un nutrido grupo de bolivianos, miembros de los pueblos originarios, que habían marchado durante 15 días para llegar a la ciudad de Santa Cruz. Otro grupo había salido antes, el 24 de agosto, de la ciudad de Trinidad (Beni). Esta Gran Marcha Indígena que convoca Oriente, el Chaco y la Amazonía boliviana, tiene como objetivo manifestarse frente a las instituciones para reclamar la protección de su territorio, porque estos pueblos sufren una constante violación de sus derechos a pesar de la existencia de leyes que los protegen. .

El 15 de agosto de hace 31 años se llevó a cabo la famosa Gran Marcha, una movilización histórica de los pueblos originarios de Bolivia, quienes lograron que sus reclamos se plasmen en la Constitución boliviana.

Durante estos 31 años, la Iglesia Católica ha acogido y apoyado a los pueblos indígenas a través de familias, comunidades y parroquias, ofreciéndoles el apoyo que necesitan para seguir viviendo. Los pueblos originarios también son las principales víctimas de la destrucción de la naturaleza, también por eso la Iglesia llama a Proteger la tierra. Sin embargo, en los últimos 10 años se han producido incendios en 58 territorios indígenas. 

Al final de la homilía, Mons. Gualberti recordó la celebración del Día Mundial del Migrantes y Refugiados:

«Los migrantes y refugiados son víctimas de la codicia y la ambición humana, las guerras y los desastres naturales obligan a pueblos enteros a migrar para salvar sus vidas. Esto es un problema de todos, incluyéndonos a nosotros. En nuestro mundo, de hecho, cada vez más refugiados y migrantes están sufriendo la tragedia de tener que dejar su tierra, su hogar y sus trabajos en busca de subsistencia»

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