El ECLJ urge al Relator Especial sobre la Tortura de la ONU que investigue los abortos tardíos


(HO/InfoCatólica) El llamamiento incide en los crueles métodos crueles de aborto tardío, constitutivos de tortura, en especial el que se llama dilatación y evacuación: el feto, aún con vida, se desmiembra para extraerlo fuera del útero a pedazos.


El ECLJ ha comunicado a la Relatora Especial de la ONU los casos de tortura de tortura debido a aborto tardío. Nombrado por la Comisión de las Naciones Unidas sobre Derechos Humanos, el Relator Especial sobre la tortura puede examinar cuestiones relativas a la tortura en todos los países. Transmite llamamientos urgentes a los Estados, realiza visitas de investigación a países y presenta informes anuales al Consejo de Derechos Humanos y la Asamblea General.


En este sentido, el ECLJ recuerda que la evidencia científica demuestra que los fetos y los bebés prematuros pueden sentir dolor, al menos tanto como los adultos. Los fetos son sensibles al tacto a las 8 semanas y tienen la estructura física de experimentar dolor a las 20 semanas.


Ya en 16 semanas, un bebé puede sobrevivir por un tiempo fuera de la matriz, y se considera viable a las 22 semanas. Sin embargo, en Canadá, no hay límite legal para el aborto, aun cuando las normas médicas recomiendan limitar el aborto libre hasta 22 semanas. En el Reino Unido, el aborto es legal hasta las 24 semanas, y hasta el final del embarazo en caso de anomalía fetal.


Las cifras del Departamento de Salud británico muestran que 2.860 abortos a las 20 semanas o más se llevaron a cabo en Inglaterra y Gales en 2012. En 2012, 160 abortos se realizaron después de 24 semanas, incluyendo 38 entre 28 y 31 semanas, y 28 después de 32 semanas. 66 bebés fueron abortados por tanto, después de 28 semanas, lo cual era el límite de la viabilidad definido por la OMS hasta 1975: un bebé nacido a esa edad gestacional puede sobrevivir sin ayuda médica.


En Canadá, en 2011, hubo 823 abortos entre 17 y 20 semanas, 549 después de 21 semanas. Estas cifras se ven seriamente subestimadas, ya que no incluyen Quebec (más de 26.000 abortos al año, incluyendo más de 1500 después de 14 semanas), ni las clínicas, aunque más de la mitad de los abortos se realizan en clínicas.


El aborto tardío es difícil de realizar y se suceden los casos de bebés que nacen con vida tras su práctica. En 2007, un estudio publicado en el British Journal of Obstetrics and Gynecology concluyó que aproximadamente en 1 de cada 30 abortos realizados tras las 16 semanas de gestación el recién nacido nace con vida. A las 23 semanas de gestación, el porcentaje aumenta hasta el 9,7%. En esos casos, o se les mata, o se les deja morir al negarle cualquier cuidado. La Guidance from the Royal College of Obstetricians and Gynaecologists (Orientación del Colegio Real de Obstetras y Ginecólogos) recomienda matar a estos bebés a través de la inyección letal [ver Daily Mail y Life Site News]. Cuando no mueren, no se les alimenta, ni siquiera se les cubre, ni se les proporciona ningún cuidado, tampoco a sus heridas por el intento de aborto. Simplemente se les dejan a sufrir y morir. Según las estadísticas oficiales, entre 2000 y 2011 en Canadá, 622 bebés nacieron con vida y se les dejó morir después de un aborto. Fueron 66 en el año 2005 en el Reino Unido, donde se han publicado estadísticas sobre el tema de los años siguientes.


Respecto a la situación en Siria, el Relator Especial hace hincapié en que la privación de alimentos, agua, refugio y atención médica constituyen un crimen contra la humanidad. Señala que privar a los recién nacidos de la atención primaria, sean cuales sean las condiciones de su nacimiento, constituye tortura y también debe ser considerado un crimen contra la humanidad.


En este sentido, el CELJ observa la crueldad de los métodos del aborto, especialmente el llamado de dilatación y evacuación, a insta a que sean prohibidos por el sufrimiento inhumano que provocan al feto. Según las estadísticas del Canadian Institute for Health Information (Instituto Canadiense para la Información de la Salud), un total de 1.226 abortos en 2010 y 1.341 en 2011 utilizaron el método de dilatación y evacuación en los hospitales canadienses (no incluye a Quebec ni a clínicas) [4], mientras que entre los 160 abortos tardíos en Inglaterra y Gales en 2012, el 43% fueron por la dilatación y evacuación.


En este método, se dilata el cuello del útero; a continuación, el «contenido del útero» se saca con una abrazadera. Al final, las piezas del feto extraídas se examinan para asegurarse de que se ha eliminado todo. Esto significa que el cuerpo se recoge como un rompecabezas, porque en muchos casos se ha desmembrado durante la operación. Si no había ninguna inyección para asegurar primero el feticidio, o si la inyección no causó la muerte [NOTA], el feto estaba vivo, mientras que sus miembros estaban siendo arrancadas una después de la otra. «Este método espantosamente cruel es inhumano y constituye tortura», concluye el ECLJ.




[NOTA] De acuerdo con un estudio, la inyección induce efectivamente la muerte fetal en el 87% de las mujeres. Esto significa que el 13% sobrevivió. Nucatola D, Roth N, Gatter M. Un estudio piloto randomizado sobre los perfiles de eficacia y de efectos secundarios de dos dosis de digoxina cuando se administra como fetocidio intraamniotically o intrafetally antes del segundo trimestre aborto quirúrgico. Anticoncepción. 2010 Jan; 81 (1) :67-74. doi: 10.1016/j.contraception.2009.08.014. Epub. Disponible en http://ift.tt/1cS3cT8



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