El «mindfulness» no tiene soporte científico y sí riesgos

(PortaLuz/InfoCatólica) En los últimos diez años ha proliferado en España y las Américas el llamado mindfulness como una herramienta de re-educación de la mente aplicada a numerosos ámbitos, principalmente personal y laboral. Ante el llamado boom de esta práctica, varios expertos han venido identificando y advirtiendo en el último años cuál es la situación real de esta propuesta y alertar de los posibles riesgos que puede tener algo que se ofrece como benéfico.

Miguel Ángel SantedMiguel Ángel Santed, presidente de la Conferencia de Decanos de Psicología, quien conoce y ha estudiado este publicitado «entrenamiento de la mente», cuyas raíces se encuentran en el budismo, desnuda en el periódico digital «Redacción Médica» algunas verdades que alertan a la prudencia y pide cautela ante su uso como panacea. 

Santed ha impartido una conferencia sobre el tema en el III Congreso Nacional de Psicología organizado por el Consejo General de la Psicología de España. Con el título «Mindfulness y salud: entre la tradición, la ciencia y la moda», Santed ha presentado la tradición vipassana de la que surge el mindfulness, el concepto que tiene actualmente y el papel que tiene en las denominadas terapias de tercera generación.

«Doy a conocer la evidencia científica sobre su eficacia a la luz de las revisiones sistemáticas y metaanálisis de los datos y su presencia en las guías de práctica clínica. Hablo del boom que ha experimentado tanto en terrenos profesionales como en redes sociales, que no estaría demasiado justificado a la luz de la evidencia científica disponible y trato de explicar esa disociación entre falta de evidencia y el boom que ha tenido», asegura Santed en conversación con Redacción Médica.

No es una panacea

Desde su punto de vista, en absoluto es suficiente la evidencia científica que hay con la repercusión de la práctica, por lo que «es preciso que los profesionales nos atengamos a la evidencia. Es decir, el mindfulness sirve para algunas cosas, al menos que se sepa hasta el momento actual, y no se debe, deontológicamente hablando, utilizar como una panacea. Esa es la clave. Démosle el lugar que tiene, ni menos ni más», defiende el psicólogo.

En su opinión, sí se le está dando demasiada repercusión, incluso hay gente que lo está tomando como solución para todo y esto ha fomentado su enorme crecimiento en todos los sentidos.

¿Dónde está el peligro?

El riesgo de la expansión de esta práctica está, al igual que con el coaching, en que se pueda utilizar para hacer psicoterapia por parte de personas que no tienen la formación requerida. «El terreno de la psicoterapia debía estar reservado para las personas que están habilitadas para ello y capacitadas. Lo que ocurre es que al igual que el coaching, lo utilizan personas que no son psicólogos o psiquiatras y es una forma de entrar por la puerta de atrás al terreno de la psicoterapia», advierte.

Ese es, según Santed, el peligro de ambas etiquetas, tanto mindfulness como coaching, que un no profesional lo utilice y luego lo que haga de facto sea psicoterapia, «que atienda a personas con problemas que deben ser atendidos por profesionales, psicólogos o médicos. Y yo investigo en mindfulness, yo escribo sobre mindfulness, y yo hago cursos sobre mindfulness. Te lo dice alguien que no odia el mindfulness, sino alguien que lo ama», sentencia el presidente de la Conferencia de Decanos de Psicología.

Efectos inesperados

Según explicaba hace poco el mismo medio, Redacción Médica, la meditación o, en su versión más agnóstica, mindfulness, es una práctica cada vez más generalizada y presente en las consultas. No son pocos los médicos que se animan a prescribir la meditación sobre la base de los efectos positivos en un rango cada vez más amplio de enfermedades.

No obstante, en esta secularización de la práctica meditativa para adaptarla a la clínica, se había dejado atrás un aspecto esencial: las reacciones inesperadas, desagradables y hasta perjudiciales. Como afirman los autores de un estudio publicado en Plos One, mientras que la literatura budista ha descrito pormenorizadamente los aspectos desafiantes de la meditación, la científica no le había prestado suficiente atención.

Por ello, un equipo de investigadores liderados por Jared R. Lindahl se propuso describir los otros aspectos relacionados con la meditación budista, para lo cual entrevistaron a un centenar de meditadores y profesores de esta práctica en las tres tradiciones principales: Theravada, Zen y Tibetana. Las respuestas han sido analizadas con métodos cuantitativos, y se reunieron 59 experiencias englobadas en siete dominios: cognitivo, perceptual, afectivo (relativo a la emoción y el estado de ánimo), somático, conativo (relativo a la motivación y la voluntad), referente al sentido del yo, y social.

Miedo y ansiedad

Todos los participantes encuestados relataron experiencias imprevistas en todos los dominios: desde hipersensibilidad a la luz y al sonido a insomnio, movimientos involuntarios del cuerpo. También hubo reacciones de pánico, miedo y ansiedad. Estas reacciones inesperadas se podían mantener durante días, semanas y hasta décadas.

Los autores también identificaron experiencias positivas, como la sensación de unidad con el resto de las personas, que podían acabar yendo demasiado lejos, con sensaciones de vejación o violación de la intimidad. Además, experiencias vividas durante retiros espirituales podían llegar a interferir con el día a día posterior.

Además, hallaron que estas vivencias no buscadas desafiaban las causas a las que comúnmente se les puede asociar, como experiencias traumáticas en el pasado, práctica sin supervisión o durante retiros demasiado largos, o una práctica incorrecta.

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