El mismo día del fallecimiento de Monseñor Setién, se publicó en mi periódico local La Rioja un artículo sobre la Iglesia y ETA, del catedrático don Carlos Fernández de Casadevante, persona que como tantos otros tuvo que marcharse fuera de su tierra expulsado por la violencia terrorista, que me ha parecido bastante objetivo. En él comenta la Declaración que el 20 de Abril realizaron los obispos del País Vasco, el arzobispo de Navarra, y el prelado de Bayona (Francia), en la que afirmaban: “Somos conscientes de que se han dado entre nosotros complicidades y omisiones por las que pedimos sinceramente perdón”. Aunque hubo ciertamente muy honrosas excepciones, creo que en conjunto la actitud de la Iglesia Vasca ante el terrorismo no fue para ponerle precisamente un sobresaliente.
¿Y la Iglesia, más concretamente los Obispos de la Iglesia Española? Creo que si preguntamos a los fieles españoles sobre sus obispos y ETA, la mayor parte sólo tiene idea de la postura muy ambigua de cierto obispo, ya fallecido. De los demás obispos y su postura, ni idea. La mayor parte de nuestros fieles no conocen ningún documento episcopal sobre ningún tema. Un buen teólogo español, Juan Luis Ruiz de la Peña decía que los obispos hacían documentos bastante buenos, pero que no llegaban en absoluto a la gente, porque eran ignorados o silenciados por los medios de comunicación. Pienso que cuando les llega algo, es cuando hay alguna frase conflictiva o dudosa.
Pero sigue en pie la pregunta: ¿han hablado los Obispos españoles sobre ETA? Tengo en la mano los Documentos oficiales de la Conferencia Episcopal Española 1966-2006. No hay ningún tema, ni siquiera el aborto o la educación sobre el que se haya pronunciado más veces la Conferencia Episcopal que sobre ETA (56 documentos). La BAC publicó además en el 2001 un libro de más de ochocientas páginas titulado “La Iglesia frente al terrorismo de ETA, con epílogo del entonces arzobispo de Pamplona y hoy cardenal don Fernando Sebastián. Los Obispos desde luego han hablado, otra cosa es que les haya llegado a la gente.
De todos modos, el Documento de la Conferencia Espiscopal española que a mí más me ha gustado sobre el tema es el titulado “Valoración Moral del Terrorismo en España, de sus causas y de sus consecuencias”, publicado en Noviembre del 2002 (se puede encontrar en Internet). El problema es que muchas de las Víctimas lo desconocen o se han enterado de su existencia varios años después, incluso gente muy comprometida.
Ahora bien, ¿qué dice concretamente? Copio algunas de las frases más llamativas: “El terrorismo merece la misma calificación moral absolutamente negativa que la eliminación directa y voluntaria de un ser humano inocente, prohibida por la ley natural y por el quinto mandamiento del Decálogo”(nº 12); “el llamado terrorismo de baja intensidad o kale borroka merece igualmente un juicio moral negativo. En primer lugar, porque sus agentes actúan con las mismas intenciones totalitarias del terrorismo propiamente dicho” (nº 13); “nunca puede existir razón moral alguna para el terrorismo. Quien, rechazando la acción terrorista, quisiera servirse del fenómeno terrorista para sus intereses políticos cometería una gravísima inmoralidad”(nº 14); “tampoco es admisible el silencio sistemático ante el terrorismo. Esto obliga a todos a expresar responsablemente el rechazo y la condena del terrorismo y de cualquier forma de colaboración con quienes lo ejercitan o lo justifican, particularmente a quienes tienen alguna representación pública o ejercen alguna responsabilidad en la sociedad. No se puede ser neutral ante el terrorismo. Querer serlo resulta un modo de aceptación del mismo y un escándalo público” (nº 15); “junto con el miedo, el terrorismo busca intencionadamente provocar y hacer crecer el odio para alimentar una espiral de violencia que facilite sus propósitos”(nº 20); “la Iglesia subraya el valor del diálogo respetuoso, leal y libre como la forma más digna y recomendable para superar las dificultades surgidas de la convivencia. Al hablar del diálogo no nos referimos a ETA, que no puede ser considerada como interlocutor político de un Estado legítimo, ni representa políticamente a nadie, sino al necesario diálogo y colaboración entre las diferentes instituciones sociales y políticas para eliminar la presencia del terrorismo”(nº 40).
Creo que queda suficientemente clara la postura de la Iglesia ante el terrorismo en general y etarra en particular.
Pedro Trevijano, sacerdote
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