El Sínodo entra en su tercera semana. En realidad será un partido de baloncesto. Como fruto de la «famosa carta» de los 13 Cardenales trasladándole filialmente al Papa sus preocupaciones, el documento final se votará punto por punto. Así que el verdadero Sínodo se desarrollará prácticamente en las jornadas de votación.
Más aún, yo diría que lo que salga del «Circulo Menor» de lengua alemana será prácticamente lo que refleje el documento final. Allí se encuentran todos los que, como el Cardenal Marx al frente de la Conferencia Episcopal Alemana, niegan que un católico que no les pague el impuesto religioso pueda acercarse a algún sacramento e incluso ser enterrado en cementerio cristiano, pero que se muestran «misericordiosos» con dar la comunión a los ‘recasados’. Pero también allí se encuentra el Cardenal Müller, Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe y defensor de las enseñanzas de la Iglesia y alguno más.
Si de ese círculo sale un documento de consenso, será el consenso del todo el Sínodo. En este contexto, ayer noche entre los sectores más liberales de los periodistas circulaba como si de un triunfo se tratase la publicación en la página ‘katholisch.de’ dependiente de la Conferencia Episcopal Alemana:
Cardenal Müller: no se excluye la comunión para los vueltos a casar
Según varios medios, el Cardenal Lugwig Müller no descarta la comunión para los divorciados a casar «en casos individuales extremos». No se concederá de modo genérico para estos fieles, según declaró el Cardenal a «Focus», pero en ciertos casos, sin embargo, podría dejarse un «espacio para la conciencia».
Según ‘katholisch.de’, Müller se basaría en un documento de San Juan Pablo II según declaró a «Focus». Esto supondrían ‘puntos de vista responsables‘ Así, con un par.
Lo que ocultaba la publicación de la Conferencia Episcopal Alemana, tal como han destapado Kath.net y Jeanne Smits es que esos casos y circunstancias que citó Müller ya se conocen y así lo hizo saber el Cardenal remitiendo a la Familiaris Consortio, n 84, un detalle, que como señala Jeanne es difícil creer que se deba a un «inocente error». Más aún cuando el Cardenal Müller repite expresamente las condiciones y cita el texto. Al igual que hizo el Cardenal Ërdo como relator al inicio del Sínodo. Para perezosos lo reproduzco:
Los Padres Sinodales lo han estudiado expresamente. La Iglesia, en efecto, instituida para conducir a la salvación a todos los hombres, sobre todo a los bautizados, no puede abandonar a sí mismos a quienes —unidos ya con el vínculo matrimonial sacramental— han intentado pasar a nuevas nupcias. Por lo tanto procurará infatigablemente poner a su disposición los medios de salvación.
Los pastores, por amor a la verdad, están obligados a discernir bien las situaciones. En efecto, hay diferencia entre los que sinceramente se han esforzado por salvar el primer matrimonio y han sido abandonados del todo injustamente, y los que por culpa grave han destruido un matrimonio canónicamente válido. Finalmente están los que han contraído una segunda unión en vista a la educación de los hijos, y a veces están subjetivamente seguros en conciencia de que el precedente matrimonio, irreparablemente destruido, no había sido nunca válido.
En unión con el Sínodo exhorto vivamente a los pastores y a toda la comunidad de los fieles para que ayuden a los divorciados, procurando con solícita caridad que no se consideren separados de la Iglesia, pudiendo y aun debiendo, en cuanto bautizados, participar en su vida. Se les exhorte a escuchar la Palabra de Dios, a frecuentar el sacrificio de la Misa, a perseverar en la oración, a incrementar las obras de caridad y las iniciativas de la comunidad en favor de la justicia, a educar a los hijos en la fe cristiana, a cultivar el espíritu y las obras de penitencia para implorar de este modo, día a día, la gracia de Dios. La Iglesia rece por ellos, los anime, se presente como madre misericordiosa y así los sostenga en la fe y en la esperanza.
La Iglesia, no obstante, fundándose en la Sagrada Escritura reafirma su práxis de no admitir a la comunión eucarística a los divorciados que se casan otra vez. Son ellos los que no pueden ser admitidos, dado que su estado y situación de vida contradicen objetivamente la unión de amor entre Cristo y la Iglesia, significada y actualizada en la Eucaristía. Hay además otro motivo pastoral: si se admitieran estas personas a la Eucaristía, los fieles serían inducidos a error y confusión acerca de la doctrina de la Iglesia sobre la indisolubilidad del matrimonio.
La reconciliación en el sacramento de la penitencia —que les abriría el camino al sacramento eucarístico— puede darse únicamente a los que, arrepentidos de haber violado el signo de la Alianza y de la fidelidad a Cristo, están sinceramente dispuestos a una forma de vida que no contradiga la indisolubilidad del matrimonio. Esto lleva consigo concretamente que cuando el hombre y la mujer, por motivos serios, —como, por ejemplo, la educación de los hijos— no pueden cumplir la obligación de la separación, «asumen el compromiso de vivir en plena continencia, o sea de abstenerse de los actos propios de los esposos».
Del mismo modo el respeto debido al sacramento del matrimonio, a los mismos esposos y sus familiares, así como a la comunidad de los fieles, prohíbe a todo pastor —por cualquier motivo o pretexto incluso pastoral— efectuar ceremonias de cualquier tipo para los divorciados que vuelven a casarse. En efecto, tales ceremonias podrían dar la impresión de que se celebran nuevas nupcias sacramentalmente válidas y como consecuencia inducirían a error sobre la indisolubilidad del matrimonio válidamente contraído.
Actuando de este modo, la Iglesia profesa la propia fidelidad a Cristo y a su verdad; al mismo tiempo se comporta con espíritu materno hacia estos hijos suyos, especialmente hacia aquellos que inculpablemente han sido abandonados por su cónyuge legítimo.
La Iglesia está firmemente convencida de que también quienes se han alejado del mandato del Señor y viven en tal situación pueden obtener de Dios la gracia de la conversión y de la salvación si perseveran en la oración, en la penitencia y en la caridad.
(Familiaris Consortio, n84)
Una vez descubierta la manipulación han cambiado la noticia, que podéis comparar con la que figuraba hasta hace unas horas (captura de la caché de Google a las 17:30C)
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