(InfoCatólica) Ayer lunes, 17 de diciembre, un tribunal de Bélgica condenó a un sacerdote por no romper el secreto de confesión. La sentencia, que podría tener graves consecuencias para la vida de la Iglesia, concluye un juicio comenzado hace algo más de un año, en noviembre de 2017, ante el tribunal penal de Brujas.
El sacerdote, Alexander Stroobandt, de 58 años, es capellán de un asilo de ancianos de Brujas y colabora con una iniciativa de apoyo a personas que se encuentran en situaciones de angustia. Los hechos juzgados se remontan a octubre de 2015, cuando Tony Vantomme acudió al P. Stroobandt porque estaba deprimido y sentía impulsos de suicidarse. Trágicamente, a pesar de los consejos que le dio el sacerdote, el hombre terminó por quitarse la vida.
La viuda, Marleen Cordenier, presentó una denuncia contra el sacerdote al descubrir que, poco antes de su suicidio, su marido había tenido una larga conversación con él y había intercambiado dos mensajes de texto. «Tony le dijo que quería quitarse la vida», declaró la Sra. Cordenier. «El sacerdote conocía nuestra dirección y podía haber avisado a la policía, pero no hizo absolutamente nada. Cuando me dirigí a él, se refugió en el secreto de confesión y me dijo que había hecho todo lo posible para convencer a mi marido de que no se suicidara. ¿Pero es que el secreto profesional es una cosa tan santa que pueda poner en peligro a un ser humano? No estoy de acuerdo con eso».
«Nunca pensé siquiera en llamar a la policía», afirmó el sacerdote. «Estaba obligado por el secreto de confesión. Mi interlocutor se dirigió a mí con toda confianza y me mostró que su intención era seria. Entonces hice todo lo posible para convencerle de que no se precipitara a tomar una decisión. ¿Es culpa mía que él decidiera finalmente acabar con su propia vida?».
Finalmente, el tribunal ha condenado al P. Stroobandt por negligencia culpable. La sentencia ha sido muy ligera: un mes de cárcel, que no tendrá que cumplir, y un euro simbólico en concepto de daños y perjuicios. No obstante, el hecho en sí de que haya habido una sentencia condenatoria resulta preocupante.
En principio, la ley protege el secreto profesional tanto de sacerdotes como de abogados o médicos, que no están obligados a revelar las confidencias recibidas y, de hecho, podrían ser penados si lo hicieran. Sin embargo, la crisis de los abusos sexuales ha motivado que diversos países estén considerando la posibilidad de limitar mucho el reconocimiento del secreto de confesión y de obligar a sacerdotes a romperlo en algunas circunstancias. Este caso podría no ser más que el comienzo de medidas legislativas o nuevas interpretaciones jurídicas de las leyes existentes que pongan en dificultades a los clérigos que intenten ser fieles a sus deberes sacerdotales.
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