(AsiaNews) La comunidad católica de Mangalore está de fiesta, porque se ha concluido la investigación diocesana en la causa de beatificación y canonización del P. Raymond Francis Camillus Mascarenhas, el primer siervo de Dios de la diócesis. El 17 de julio pasado, se llevó a cabo una ceremonia solemne en la iglesia de St. Sebastian, donde descansan los restos del sacerdote. El evento es una piedra fundamental en la historia de la Iglesia local, que pronto espera tener su primer santo.
El P. Raymond FC Mascarenhas nació en 1875 en Shivamogga (Karnataka), en una familia profundamente cristiana. Él es el fundador de la Congregación de las Hermanas de la Pequeña Flor de Betania, en Mangalore. En su vida sacerdotal, sirvió con celo y dedicación en varias parroquias. Dedicó su vida al cuidado de los fieles católicos y también fundó la iglesia de St. Sebastian, donde fue sepultado en 1960. En el año 2008 fue declarado Siervo de Dios.
En el 2007, Sor Jyoti BS, superiora general de la congregación, nombró como postulador a Sor. Lillis Kattakayam BS. Esta última presentó el escrito ante el obispo local, solicitando la puesta en marcha de la investigación. El 17 de agosto de 2008, Mons. Aloysius P D’Souza dio su consenso.
En estos años, el P. J B Saldanha, Sor Mariette BS y el P. Peter Mascarenhas MMS (los 3 miembros de la comisión histórica) han reunido la documentación necesaria, visitando 90 archivos y bibliotecas en toda la India y en Roma. El material recogido ahora deberá ser examinado por el Vaticano, que realizará nuevos estudios.
En la ceremonia de cierre del proceso diocesano estuvieron presentes cientos de fieles, religiosas, sacerdotes y parientes del Siervo de Dios. Durante el encuentro, el P. Henry Sequeira, delegado episcopal, autenticó la integridad de los documentos y los entregó al obispo, Mons. Peter Paul Saldanha. El postulador entregará una copia de la documentación a la Congregación para las Causas de los Santos, en el Vaticano, a través de la nunciatura de Delhi.
Hacia el final, Mons. Saldanha destacó las virtudes del Siervo de Dios: compromiso en la vocación sacerdotal y celo pastoral, amor por la Palabra de Dios y la Eucaristía; una nueva visión de las Iglesias y de la sociedad; su amor sacrificial por los pobres y en particular, por los jóvenes abandonadas.
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