El Orgullo Gay y el derecho de los padres

Con motivo de la Semana del Orgullo Gay, el secretario del colectivo LGTBI de La Rioja, don Jesús Cárcamo, ha sido entrevistado por una televisión local. En ella ha dejado claro que uno de los principales objetivos de su Asociación es el adoctrinamiento de los niños en las escuelas sobre Ideología de Género desde que los niños tienen uso de razón, y es que, y en este punto estamos de acuerdo con él, la gran herramienta para la transformación es la educación. Los niños y niñas acogen con normalidad, según él, estas enseñanzas, que sin embargo chocan con padres y madres con ideas raras en la cabeza, y que no aceptan lo que hay. Y es que estos revolucionarios sexuales saben que el camino para imponer sus ideas sólo se puede lograr mediante el adoctrinamiento y reeducación de los niños, a quienes hay que enseñar desde pequeños para que vean la diversidad sexual como un bien moral deseable.

¿Qué tenemos que pensar sobre lo que dice el secretario riojano de GYLDA? En primer lugar veamos lo que dicen sobre ello nuestra Constitución y la Declaración de Derechos Humanos de la ONU.

Constitución Española: «Las normas relativas a los derechos fundamentales y a las libertades que la Constitución reconoce se interpretarán de conformidad con la Declaración Universal de Derechos Humanos» (art. 10-2). «Los poderes públicos garantizan el derecho que asiste a los padres para que sus hijos reciban la formación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones» (art. 27-3).

Declaración de Derechos Humanos: «Los padres tendrán derecho preferente a escoger el tipo de educación que habrá de darse a sus hijos» (art. 26-3).

Está claro que si el lobby LGTBI pretende imponer sus ideas se va a encontrar cada vez con más Asociaciones de padres con «ideas raras» en la cabeza como ya lo hace en La Rioja la Asociación «los Niños son intocables» que van a tratar de impedir que sus hijos reciban un adoctrinamiento contrario a sus convicciones y que van a tratar de luchar legalmente y amparados en la Constitución para que este tipo de adoctrinamiento lo reciban sólo y exclusivamente los hijos de los padres que estén de acuerdo con ello.

Es indudable que, a lo largo de la Historia, la homosexualidad ha sido reprimida en numerosas ocasiones, incluso salvajemente, como sucede todavía hoy en Irán, donde se les condena a muerte. Un homosexual tiene la misma dignidad que cualquier otro ser humano y nadie debe ser objeto de acoso, violencia, insultos y discriminación injusta. Los proyectos educativos tienen la necesidad de luchar contra cualquier forma de injusta discriminación. Tan sólo hay que perseguir los auténticos delitos, como la pederastia y la corrupción de menores. «La Iglesia cree que el hombre y la mujer, en el orden de la Creación, están hechos con necesidad de complementarse y para la relación recíproca, para que puedan dar la vida a sus hijos. Por eso la Iglesia no puede aprobar las prácticas homosexuales. Pero los cristianos deben respeto y amor a todos los hombres, con independencia de su orientación sexual, porque todos los hombres son respetados y amados por Dios» Catecismo YouCat nº 65). Ahora bien, tampoco hemos de permitir que la Ideología de Género busque «imponerse como un pensamiento único que determine incluso la educación de los niños» (Francisco, Exhortación Apostólica «Amoris Laetitia», nº 56), llegando incluso como sucede en varias leyes de Comunidades Autónomas a criminalizar la disidencia. En pocas palabras hemos de respetar los derechos de los demás, pero a la vez hemos de saber defender y exigir que se respeten nuestros derechos.

El ideal democrático consiste en proteger y respetar los derechos humanos que posee el hombre por su dignidad intrínseca. Muchos de estos derechos son «valores fundamentales, como el respeto y la defensa de la vida humana, desde su concepción hasta su fin natural, la familia fundada en el matrimonio entre hombre y mujer, la libertad de educación de los hijos y la promoción del bien común en todas sus formas. Estos valores no son negociables» (Benedicto XVI, Encíclica «Sacramentum caritatis» nº 83). No basta con hablar de democracia, hay que practicarla. Una democracia sin valores es un totalitarismo visible o encubierto.

Los postulados de la Ideología de Género han sido aprobados por la ONU, la UNESCO, el Parlamento europeo, donde por cierto se encargó y se aprobó el informe sobre lo que debía ser la educación afectivo-sexual a una diputada austríaca, Ulrike Lunacek, conocida defensora de la pederastia, a la que llama «educación afectivo-sexual interactiva y libre de tabúes», así como varios Parlamentos nacionales y la mayor parte de nuestras comunidades autónomas. Ello nos indica que hemos de ejercitar una vigilancia muy activa, para defender nuestros derechos y evitar la corrupción de nuestros menores.

 Pedro Trevijano

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