El obispo de Neuquén vuelve a pedir que no se mate de hambre y sed a Marcelo Diez


(Aica) Tras el fallo del Supremo Tribunal de Justicia de la provincia, que dejó la decisión sobre el futuro de Diez en el ámbito familiar, la procuradora Gils Carbó avaló la interpretación judicial y avanzó para que la Corte Suprema de Justicia de la nación se expida sobre el tema.


El caso judicial fue menudamente comentado y tuvo una alta resonancia social, especialmente después que intervino en el debate el obispo de Neuquén, Mons. Virginio Bressanelli SCJ, en defensa de la vida del paciente


Gils Carbó indicó que la decisión sobre «el retiro, cese y abstención de todas las medidas de soporte vital que lo mantienen con vida en forma artificial pertenece a su zona de reserva, garantizada por el derecho a la autonomía personal», por lo que «se encuentra libre de las injerencias del Estado y de terceros».


No obstante, Mons. Bressanelli había solicitado que la justicia ordene un diagnóstico actualizado del estado del joven afirmando que si bien en su momento se le diagnosticó estado vegetativo (EV), «hay indicios suficientes para presuponer que en la actualidad su situación es distinta».


Para el prelado neuquino, retirar los soportes vitales a Marcelo Diez implica retirarle la alimentación, y dejarlo morir de inanición. Para la Iglesia, tal disposición equivale a un asesinato.


Marcelo responde a estímulos externos


Monseñor Bressanelli aseguró meses atrás que Marcelo Diez «está vivo» y da señales que llevan a pensar que el estado vegetativo que le fue diagnosticado –y que figura oficialmente en la causa que se lleva en la Justicia- ya no es tal. El prelado aseguró que respira por sus propios medios, «sin ayuda de respirador o de máscara de oxígeno», «no está enchufado a máquina alguna» y responde a estímulos externos. A su juicio, «vive en una situación de alta discapacidad».


«Rota y se acomoda en la cama por sí mismo, se frota o rasca en la parte del cuerpo donde siente molestias. A veces, aprieta suavemente la mano de quien lo toma. Al parecer de quienes más lo conocen y acompañan, su respuesta a estímulos externos no es sólo refleja sino que, por momentos, se trataría de actos dirigidos. Es sensible a muestras de afecto y hacia quienes le conversan; se irradia su rostro al escuchar música; da señales visibles de displacer o cansancio cuando algo no le gusta», aseguró.


La vida de Marcelo no puede depender solo de su familia


El obispo diocesano indicó también que la vida de Marcelo «no puede depender sólo de la decisión de su familia» cuando en condiciones como las del paciente no se garantiza el mayor interés del enfermo. «Se hace imprescindible -añadió- el discernimiento de una instancia superior, de una autoridad competente, que está por encima de los actores vinculados al enfermo. La custodia y el cuidado del Bien Vida caen también bajo la responsabilidad de la sociedad en su conjunto, a través de sus miembros, organismos, estructuras de servicio e instituciones médicas, sociales y judiciales».


El obispo de Neuquén elevó un pedido de oraciones a la comunidad católica: «Marcelo es un hijo de Dios y un hermano nuestro. Sostengámoslo con nuestra oración. Para él y para todo ser humano queremos lo mejor: la dignidad que le corresponde, la calidad de vida posible dentro de su condición actual, y una vida plena en Cristo. Por eso lo confiamos al Padre en nombre de Jesucristo. Imploramos que el Espíritu Santo ilumine la mente y toque el corazón de todos aquellos que nos sentimos afectados por la condición de Marcelo, cuya vida depende hoy de decisiones ajenas a su persona».



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