(Agencias/InfoCatólica) A pesar de que se había decretado un aforo máximo de 30.000 personas por razones de seguridad sanitaria, acudieron al acto cerca de 100.000. La masificación está precisamente detrás de la avalanca que produjo la trajedia.
En la fiesta se visita la tumba del rabino Shimon Bar Yochai, que vivió a finales del siglo I y el siglo II, venerado especialmente por los judíos ultraortodoxos y cabalistas. La celebración se suele alargar toda la noche con oraciones, bailes, música y hogueras y el pasado año fue suspendida por la pandemia.
Las primeras investigaciones apuntan a que la avalancha humana se ha producido después de que un grupo de fieles resbalara en unas escaleras del estrecho camino que desciende de la montaña. Esto ha creado un efecto tapón y los que venían detrás han ido cayendo por lo que la mayoría de muertes se han producido por asfixia y aplastamiento.
«¡Es terrible! He visto personas aplastadas sin opción de sobrevivir. ¡Es terrible!», repetía un joven mientras equipos sanitarios intentaban llegar a las numerosas personas aplastadas por la avalancha humana. El Ejército envió soldados de su unidad especializada en rescate de las víctimas.
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