«El grito de Jesús a Lázaro está dirigido a cada hombre»
«Jesús nos invita, casi nos ordena, a salir de la tumba en la cual nuestros pecados nos han hundido». Así lo aseguró ayer el papa Francisco, el comentar el Evangelio de la Resurrección de Lázaro, ante los miles de fieles y peregrinos que llegaron a la plaza de San Pedro en el último domingo de cuaresma, en el que el Santo Padre regaló un Evangelio de bolsillo. El Papa afirmó que el Señor no se resigna a que permanezcamos en el sepulcro que nos hemos construido con nuestras malas elecciones.
07/04/14 12:31 AM | Imprimir | Enviar
(RV/InfoCatólica) «Sobre la Palabra del Señor nosotros creemos que la vida de quien cree en Jesús y sigue su mandamiento, después de la muerte será trasnformada en una vida nueva e inmortal», afirmó el Sucesor de Pedro. «Como Jesús ha resucitado con el proprio cuerpo, pero no ha regresado a una vida terrena, así nosotros resurgiremos con nuestros cuerpos que serán transfigurados en cuerpos gloriosos. Él nos espera junto al Padre, y la fuerza del Espíritu Santo que lo resucitó a Él, resucitará también al que está unido a él», explicó.
El Vicario de Cristo dijo que el grito de Jesús a Lázaro está dirigido a cada hombre, porque todos estamos signados por la muerte; «es la voz de Aquel que es el dueño de la vida y quiere que todos tengamos vida en abundancia».
Cristo no se resigna
«Cristo no se resigna a los sepulcros que nos hemos construido con nuestras elecciones de mal y de muerte… nos llama insistentemente a salir de la oscuridad de la prisión en la que nos hemos encerrado, contentándonos con una vida falsa, egoísta, mediocre» Dejémonos aferrar, liberar, por las palabras que Jesús nos repite a cada uno: «salí afuera». Nuestra resurrección empieza cuando decidimos obedecer a la orden de Jesús de salir a la luz, a la vida.
El Papa dijo también que el gesto de Jesús de resucitar a Lázaro era demasiado grande, demasiado claramente divino como para ser tolerado por los sumos sacerdotes, que tomaron la decisión de matar a Jesús.
Después de la oración dominical del ángelus Francisco saludo a los peregrinos, recordó el genocidio iniciado en Ruanda en 1994, los cinco años del terremoto en L’Aquila, y explicó el gesto del regalo del Evangelio de bolsillo en Cuaresma.
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