Ni rigorismo ni benevolencia rutinaria con ellos
El obispo de Segovia, Mons. Ángel Rubio, ha instado a reconsiderar su actitud y reflexionar con sinceridad sobre su postura a aquellas parejas que, sin ser creyentes o «manifiestan una fe llena de contradicciones», desean contraer matrimonio por la Iglesia. A través de su carta pastoral, dedicada al noviazgo y el matrimonio, el prelado ha indicado que los párrocos deben examinar cada caso cuando se encuentran ante novios no creyentes que quieren casarse por la Iglesia, aunque sin caer en una «actitud rigorista» ni tampoco en una «benevolencia rutinaria».
11/07/14 8:13 PM | Imprimir | Enviar
(EP/InfoCatólica) No obstante, el obinspo ha considerado que son los propios novios los que tendrían que repensar su actitud y hacer una reflexión sincera sobre su postura. «El sí de los esposos debe ser un acto libre y responsable», ha subrayado.
Mons. Rubio ha recordado que el matrimonio, instituido por Dios en el Paraíso terrenal cuando unió como esposos a Adán y Eva, no es una institución puramente humana a pesar de las numerosas variaciones que ha podido sufrir a lo largo de los siglos en las diferentes culturas, estructuras sociales y actitudes espirituales.
Esta diversidad, ha dicho, no debe hacer olvidar sus rasgos comunes y permanentes. «Dios, que ha creado al hombre por amor, lo ha llamado también al amor, vocación fundamental e innata de todo ser humano», ha expresado en su carta.
Sacramento y gracia
El obispo segoviano ha incidido en que Cristo elevó la institución natural del matrimonio a la categoría de sacramento y en que la misión de engendrar hijos y educarlos, así como el amor que envuelve la unión de los esposos y todo el ámbito de la familia, han quedado apoyados en la gracia del sacramento cristiano.
En consecuencia, ha añadido, «los esposos reciben las gracias y ayudas especiales que necesitan en su vida para cumplir los deberes que les impone su vocación de engendrar y educar a los hijos que Dios les dé».
«Casarse es establecer un vínculo de carácter permanente regulado jurídicamente; vivir con gozo una fecundidad generosa; contribuir a la transformación del mundo y al bien de la sociedad mediante la realización en el amor; expresar de un modo concreto la vocación cristiana a la santidad», ha remarcado.
Mons. Rubio ha hecho hincapié en que los esposos están llamados a un amor total y para siempre, a ser signos visibles de la alianza entre Cristo y la Iglesia, a colaborar en el crecimiento de la comunidad familiar y eclesial, así como a evangelizar y ser testigos, en su ambiente, del amor de Cristo.
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