Hace algún tiempo les contábamos que, de acuerdo a las cifras del Registro Civil, 2 de cada 3 niños (es decir, un 67%) nacía fuera del matrimonio de sus padres. Hoy se publica una nota en La Tercera que nos actualiza esa información, y nos encontramos que esa cifra ha llegado a un 70%, según se muestra en esta infografía.
Este indicador muestra un fuerte repunte en la última década, pues desde 1960 a 1990 los hijos de padres no casados pasaron aumentaron en un 18%), desde 2000 a 2014, es decir en la mitad del tiempo, esa variación acumuló un 22%. Si a esta cifra le sumamos que hay más divorcios que matrimonios, es fácil concluir que hoy en Chile un niño no tiene ninguna seguridad de contar con el apoyo de ambos padres por toda su vida.
Este 70% de hijos fuera del matrimonio impresiona a primera vista como muy alta a nivel mundial, considerando que Chile tiene un nivel de desarrollo que permite a la mayoría de las parejas acceder a anticonceptivos. Sin embargo, debe considerarse que en nuestro país existe una ley que prohíbe los abortos, de modo que parte de esa cifra se explica porque en otros países hay muchos niños que son muertos antes de poder contarse entre los hijos de padres no casados.
El análisis de los expertos es de completa normalidad: El matrimonio no es relevante para tener hijos, hay diferentes formas de vivir en pareja, ya no es necesario casarse para alcanzar estabilidad económica. Nadie considera necesario tomar medidas al respecto. Todos estos análisis, sin embargo, parten de la base que lo importante es el acuerdo de la pareja para vivir en común, pero omiten completamente la situación de los niños en el matrimonio.
En 1998, se eliminó la distinción entre hijos legítimos e ilegítimos y se creyó que igualando por ley los derechos se solucionaba el problema. No se quiere ver que, aunque está bien terminar con la discriminación que implicaba esa clasificación, un cambio legal no basta para modificar la realidad, sino que persiste la gran ventaja de un niño que cuenta con la estabilidad emocional que procede de saber que su padre y su madre están trabajando juntos para criarlo y protegerlo.
Me corrijo. Se ve que las diferencias corresponden a una realidad, pero se toma el camino opuesto: se acusa a la familia de perpetuar la desigualdad, el gobierno comienza a hablar de “discriminación desde la cuna” y toma medidas para impedir que los padres participen en la educación de sus hijos. Nada fuera del Estado, nada sobre el Estado, todos iguales en el Estado.
Muchos no saben que combaten contra la familia, se han comprado que esto de tener familia es una cosa de ricos, y que luchar contra ella es defender a los pobres. No veo tan lejos el regreso de las políticas espartanas, cuando retiraban a los hijos de sus familias a los 7 años para comenzar su entrenamiento en las barracas del Estado; no veo tan lejos el que tener un padre y una madre sea una declaración revolucionaria.
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