(SIC/InfoCatólica) Entrevista al Hno Georges Sabe:
¿Quién es el hermano Georges?
Tengo 65 años, soy nativo de Siria, de la ciudad de Alepo. Fui antiguo alumno de los Maristas en esta ciudad. El Señor me llamó para ser Marista e ingresé en el Seminario en el Líbano. Después vine a España, donde hice mi noviciado, estudié Psicología en Lovaina y volví a Siria para seguir en la comunidad que teníamos en Alepo. Durante un tiempo fui superior del distrito del Líbano y Siria y, desde 2012, estoy en la ciudad de Alepo.
¿Cómo trabaja un hermano Marista en una ciudad en guerra?
El hermano Marista no «trabaja», está en misión. Su trabajo es dar testimonio, mostrar solidaridad con la gente, educar y promover el desarrollo. Los hermanos Maristas, junto a un grupo bastante grande de seglares, hemos escogido quedarnos para servir, para ayudar a las poblaciones pobres. Queremos ser un testimonio del Evangelio en medio de la guerra, en medio del mundo musulmán. Queremos que esa convivencia, de cristianos y musulmanes, siga siendo una realidad y un testimonio para nuestro país y para el mundo. El Santo Padre nos invita a desplazarnos hacia los lugares donde hay conflictos o a las fronteras de la miseria humana, y allí estamos. Cristo se encarnó junto a los que más sufren, nació en Belén, que es una ciudad muy parecida a Alepo.
¿Cómo vive la fe la comunidad cristiana?
Los cristianos hemos pasado de ser 250.000 a poco más de 30.000 en la ciudad de Alepo. La gente se ha desplazado, otros han inmigrado a Canadá, EE.UU., algunos a Europa, otros se han ido al Líbano… En la parte de la ciudad bajo la autoridad del gobierno sirio seguimos pudiendo celebrar los sacramentos y vivir la vida cristiana. Lo que tememos es que agún día haya una invasión del DAESH. Eso sería terrible.
En medio de la muerte, ¿se ve a Dios?
El último testimonio de ello me lo dio Teresa, una señora cuyo marido murió por fuego de mortero. Al segundo día de la muerte de su marido me dijo: «Georges, yo creo en Dios. Creo que lo que hemos vivido es una experiencia dolorosa, pero que al mismo tiempo me ha acercado mucho más al Señor».
¿Es posible perdonar? ¿Se da el amor al enemigo?
Hay voces que gritan que no hay que perdonar a las familias que permanecieron en el terreno de los rebeldes, que no hay que tener misericordia con ellos. Nosotros les hablamos de la misericordia, de la reconciliación, de etapas, porque hay que pasar por etapas. No es solo decir: «yo te perdono y se acabó». El perdón es un camino bastante duro para ciertas personas.
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