En la India, cuando la ciencia no te da la razón lo hace la Justicia, según explica Víctor M. Olazábal en el diario español El Mundo. Eso se desprende de la sentencia de un tribunal del Punjab que permite a los seguidores de un gurú espiritual mantener su cuerpo en un congelador porque aseguran que no está muerto. Está meditando. Lleva meditando más de tres años.
En enero de 2014 Ashutosh Maharaj fue declarado “clínicamente muerto” por un equipo médico. Un paro cardiaco acabó con su vida. Al menos con su vida terrenal, porque sus adeptos aseguraron que su maestro había entrado en un profundo estado de meditación (samadhi) del que pronto o tarde despertaría. Rechazaron el diagnóstico de los doctores, se llevaron el cuerpo y lo congelaron, impidiendo que la familia del fallecido celebrase los rituales que marca el hinduismo tras la muerte de una persona.
Comenzó entonces una disputa entre los familiares y los devotos. Los primeros pretendían recuperar el cadáver y los segundos, custodios del congelador en un ashram (centro de meditación), no querían ni por asomo que nadie se acercase a su guía e interrumpiese su misión espiritual. Su teoría se basa en diferenciar la muerte científica y la espiritual, algo que “la ciencia médica no comprende”.
Esta idea no caló en Dalip Kumar Jha, quien dice ser el hijo del fallecido, así que puso una demanda reclamando el cuerpo de su padre. Asegura que los discípulos del gurú lo que quieren es mantenerle “en vida” para seguir controlando sus propiedades y su fortuna, que se calcula que supera los 120 millones de dólares.Ahora su petición ha sido desestimada por el Tribunal Superior de Punjab y Haryana. Su abogado ha criticado la “decepcionante” decisión de los jueces y afirma que llevarán el caso al Tribunal Supremo. Los magistrados que han tumbado su demanda se apoyan en la “libertad de conciencia” de los adeptos de esta secta. Sostienen que hasta que “el cuerpo no entre en conflicto con la salud pública”, un juez no es nadie para quitarle la ilusión a unos creyentes.
“Samadhi como concepto no es ajeno a la sociedad india, habiendo formado parte del folclore y mitología”, señalan en su sentencia. En ella, no obstante, han ordenado la formación de un equipo médico que inspeccione el estado del cuerpo de vez en cuando.
En India los gurús juegan un papel crucial en la vida de muchos fieles, a quienes guían en su camino hacia la espiritualidad. La absoluta devoción de sus adeptos les convierten en una suerte de semidioses terrenales, por lo que, en torno a la meditación y las buenas obras, levantan imperios con millones de seguidores.
Pero algunos de estos maestros de la abstracción son tan millonarios como polémicos. Desde la secta de Ashutosh Maharaj, fundada en 1983 en el Punjab, afirman que cuentan con millones de seguidores en la India, en Occidente y en Oriente Próximo. Su misión es “introducirse en un mundo en el que cada individuo se convierte en la encarnación de la verdad, la fraternidad y la justicia a través de la ciencia eterna de la autorrealización”.
La organización llama Divya Jyoti Jagriti Sansthan, que significa Misión del Despertar de la Luz Divina. Y es que dicen que buscan “la paz global desde el despertar de uno mismo”. Quien no ha despertado, por ahora, es su líder.
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