(El Mundo/InfoCatólica) «No podemos hacer nada», reconocieron ayer fuentes del Ejecutivo durante la recepción en el Palacio Real con motivo de la celebración de la Fiesta Nacional.
La familia de Franco ya ha comunicado su intención de enterrarle en una cripta de la catedral de la Almudena, en Madrid, si finalmente se procede a la exhumación de su cadáver del Valle de los Caídos.
Esta decisión ha generado polémica y controversia, pero desde el Ejecutivo reconocen que una vez que los restos son entregados a los familiares ellos no pueden hacer nada. «Una vez que exhumas los restos, se encarga la familia. No depende de nosotros. No podemos decidir a dónde van», expuso la vicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvo, durante una conversación con los periodistas.
Calvo viajará el próximo día 29 al Vaticano para reunirse con el secretario de Estado de la Santa Sede, Pietro Parolin. La vicepresidenta descartó que vaya a tratar este asunto con los máximos responsables de la Iglesia. «¿Tú crees que la Iglesia, con lo grande que es, no sabe lo que quiere o no quiere? ¿Yo voy a decirle a la Iglesia qué puede o no puede hacer? No puedo», fue la reflexión de la número dos del Gobierno. Esquivó el tema diciendo que hay otras cuestiones, pero sin detallarlas.
A su vez aseguró que el Gobierno no va a revisar el Concordato que regula las relaciones con la Santa Sede.
El Gobierno, al igual que ya hizo el Arzobispado de Madrid, recuerda que el entierro de los restos de Franco no sería en sentido estricto en la catedral, sino en la cripta de Santa María la Real de La Almudena, que se encuentra en «una capilla aparte», una zona «privada».
Lo que sigue sin estar claro es la fecha de la exhumación de Franco. El Ejecutivo primero habló de los meses de verano y después alargó el plazo, fijando la fecha para finales de 2018. No hay nada concreto. Calvo sí aseguró a los periodistas que el Gobierno está decidido a hacerlo con la máxima «discreción». Su propósito es no publicitarlo para evitar que haya manifestaciones y algaradas que puedan provocar disturbios y situaciones de tensión.
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