(Katholisch/InfoCatólica) El presidente diocesano del BDKJ de Colonia, Volker Andrés (el de la izquierda en la imagen), ha arremetido contra el cardenal por negar cualquier discusión importante sobre la reforma de la iglesia y le acusa de despreciar las ciencias humanas y sociales. De esa forma, según Andrés, el purpurado fortalece el fundamentalismo de la iglesia.
En su última homilía dominical, el cardenal Woelki explicó lo que es y lo que no puede ser la Iglesia:
«La Iglesia no es obra del hombre. Está fundada por Cristo. Pero eso también significa que no podemos simplemente deshacernos de todo lo que queramos o decidir por mayoría cómo debe ser hoy la fe y la Iglesia. Se nos ha confiado algo que debemos preservar. Esto se aplica de manera especial a los sacramentos, especialmente a la Sagrada Eucaristía. Incluso el sacerdocio no es inventado por los hombres, sino que se remonta a las disposiciones del Señor».
Y por ello advirtió que la Iglesia no puede acceder al sacerdocio femenino:
«Si tomamos esto en serio, queda claro que la cuestión del sacerdocio de la mujer, por lo tanto, no es una cuestión que esté dentro de nuestro poder de disposición. El papa Juan Pablo II decidió esta cuestión con plena autoridad para toda la Iglesia ya en 1994 y el papa Francisco ha confirmado repetidamente esta decisión de su predecesor».
Además, indicó que la Iglesia no puede ser, como quieren algunos «una entidad puramente sociológica que tiene que adaptarse a la corriente política y social, en línea con la moda. Al igual que en un parlamento, está pendiente de hallazgos científicos supuestamente recientes, especialmente de las ciencias sociales y humanas, para negociar sobre la fe y la doctrina de la iglesia y como los políticos, a través de resoluciones mayoritarias aprobadas democráticamente, llevar a cabo una llamada reforma de la Iglesia, detrás de la cual a menudo no se oculta nada más que una adaptación al pensamiento del mundo».
Como respuesta, el BDKJ asegura que la iglesia debe tomar en serio los signos del tiempo y las realidades sociales y culturales. «Las asociaciones juveniles muestran no solo teóricamente, sino prácticamente que las estructuras democráticas y eclesiásticas no se excluyen mutuamente, sino que se enriquecen mutuamente», dijo Andrés.
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