(VIS/Aica/InfoCatólica) El Santo Padre se alegró de encontrarlos y les manifestó que son «el fruto del trabajo duro y de la incansable oración de la Iglesia», que cuando tiene que elegir a sus pastores «recuerda aquella noche que el Señor pasó en el monte, en presencia de su Padre, antes de llamar a aquellos que quería que estuvieran con él y que fueran enviados al mundo''.
El Papa les pidió que no den «nunca por sentado el ministerio» y que no dejen de asombrarse ante el diseño que Dios ha hecho para sus vidas. Y como el año pasado, cuando exhortó a los prelados a no ser «obispos de aeropuerto», recordó a este grupo «el vínculo irrompible entre la presencia estable del obispo y el crecimiento del rebaño», y aseguró que «cuando el pastor falta o no se le encuentra, están en juego el cuidado pastoral y la salvación de las almas».
Rastrear lo que el Espíritu inspira
Francisco también expresó: «No necesitamos obispos felices en la superficie; hay que cavar hondo para rastrear lo que el Espíritu sigue inspirando a su Esposa. No son obispos con fecha de vencimiento, que tienen que cambiar siempre de dirección, como medicamentos que pierden la capacidad de curar, o como esos alimentos insípidos que acabarán en la basura porque han perdido sabor».
«Es importante –continuó- no bloquear la fuerza salvífica que fluye desde la intimidad del don que han recibido: les defiende de la tentación de ir y venir sin un objetivo, porque ‘no hay viento favorable para quien no sabe a dónde va’. Nosotros hemos aprendido a dónde vamos: siempre vamos hacia Jesús. Entonces, que en su mirada el rebaño encuentre siempre la llama del Resucitado''.
Amar a los pecadores
El Papa también les ofreció algunos consejos y recomendaciones: «No se dejen engañar por la tentación de cambiar a la gente. Amen a las personas que Dios les dio, aun cuando hayan cometido ‘grandes pecados’, sin cansarse de ‘acudir al Señor’ para obtener el perdón y un nuevo comienzo, aún a costa de ver eliminadas tantas falsas imágenes suyas del rostro divino o fantasías que han alimentado de cómo despertar su comunión con Dios».
«Reciban a todos –agregó-, sin discriminación, ofreciendo la firmeza de la autoridad que hace crecer y la dulzura de la paternidad que genera. Y no caigan en la tentación de sacrificar su libertad rodeándose de cortes, facciones o coros de consenso, ya que en los labios del obispo, la Iglesia y el mundo tienen el derecho de encontrar siempre el Evangelio que nos hace libres».
Seguir la paciencia de Moisés
El obispo de Roma también los invitó a imitar la paciencia de Moisés para guiar a la gente, porque «nada es más importante que acercar las personas a Dios», empezando con los jóvenes y los ancianos, ya que «son nuestras alas y nuestras raíces».
Antes de concluir, Francisco definió a esta camada de nuevos obispos como «centinelas, capaces de despertar sus Iglesias», hombres capaces de cultivar y de hacer madurar los campos de Dios y pastores en grado de recomponer la unidad.
«No pierdan energías para oponerse y enfrentarse, sino para construir y amar». Antes de saludarlos uno por uno, les deseó fecundidad, paciencia, humildad y mucha oración.
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