Mt 19,6
Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre
Supongo que a estas alturas de la obra de teatro a la que llevamos asistiendo desde hace casi tres años, nadie se sorprenderá de que el cardenal Kasper cante victoria. Cito de la entrevista que ha concedido a un medio alemán:
Hace unos meses usted confirmó que el sínodo abrió «la puerta para que en determinados casos los separados vueltos a casar accedieran a los sacramentos». ¿Cuán grande es su esperanza hoy en día?
La puerta está abierta…
Pues miren por dónde, el cardenal tiene razón. Esa puerta está abierta. Es más, de ella habló Cristo:
Mt 7,13
amplia es la puerta y ancho el camino que conduce a la perdición, y son muchos los que entran por ella.
No hace falta que ningún cardenal nos diga que existe una puerta por la que cruzan los adúlteros y el resto de los que están en pecado mortal para cometer otro pecado mortal más, como es la profanación eucarística. Los que así obran, van camino de la condenación eterna. O sea, del infierno.
Alguno dirá que si un cardenal, o incluso un Papa, dice que los divorciados vueltos a casar pueden comulgar, entonces no pecan quienes así lo hacen. Pero resulta que, como dice la lectura del evangelio de este domingo:
Juan 14,23-24
El que me ama guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en él.
El que no me ama no guarda mis palabras. Y la palabra que estáis oyendo no es mía, sino del Padre que me envió.
Está claro, ¿verdad? Solo puede decir que ama a Cristo quien hace lo que Él dice. Y quien no hace lo que Él dice, por mucho que diga amarle, no le ama. Sea seglar, sacerdote, obispo, cardenal o papa.
¿Qué dijo Cristo sobre el divorcio y el recasamiento?
Luc 16,18
Todo el que repudia a su mujer y se casa con otra comete adulterio, y el que se casa con una repudiada por su marido comete adulterio.Mar 10,11,12
Él les dijo: «Si uno repudia a su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra la primera. Y si ella repudia a su marido y se casa con otro, comete adulterio».
No hay más que hablar. Cristo ha dado su palabra. Toca obedecer o desobedecer. Da absolutamente lo mismo lo que diga Kasper y todos los que opinan como él. Sus palabras se enfrentan directamente a las de Cristo. Ningún cristiano tiene excusa alguna para no obedecer al Señor. No hay hombre alguno con autoridad doctrinal, espiritual, eclesial, canónica, etc, para contradecir el mandato del Señor. La Iglesia no está por encima de Cristo sino bajo su autoridad plena. Y si quienes tienen autoridad en la Iglesia contradicen patentemente lo indicado por el Señor, su autoridad queda anulada por la del Salvador.
Mucho se está discutiendo sobre si el Papa da o no da la razón al cardenal Kasper. El texto de Amoris Laetitia es cualquier cosa menos claro en ese sentido. Pero el texto de la Escritura sigue siendo el mismo hoy y siempre. Ante cualquier duda, acudimos a Cristo y sus enseñanzas. Y ya de paso, a los veinte siglos de magisterio eclesial previos, que sin duda son inequívocos.
Muchos me preguntan qué hacer en estos momentos, donde parece que todo es confuso y contradictorio. Pues bien, esto dice el libro del Apocalipsis:
Ap 22,11
Que el injusto siga cometiendo injusticias y el manchado siga manchándose; que el justo siga practicando la justicia y el santo siga santificándose.
Dejemos que el Señor de la Iglesia haga lo que tenga a bien hacer. Y mientras lo hace, los que por gracia son justos y santos, sigan siendo justos y santos por gracia. Ninguno vamos a ser juzgados por lo que hacen otros. Seamos testigos de la verdad llevando una vida de obediencia a Dios, cumpliendo sus mandamientos y no cediendo a la tentación de la desesperación. Rezad más, confesaos más frecuentemente, acudid a Misa con más asiduidad, ayunad, haced penitencia. Y entonces, “la paz de Dios que supera todo entendimiento custodiará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús” (Fil 4,7).
Santidad o muerte.
Luis Fernando Pérez Bustamante
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