China: la Santa Sede pide a un obispo fiel que renuncie para que su puesto lo ocupe un obispo cismático

(Asia News) Por segunda vez en tres meses, la Santa Sede ha pedido la renuncia a Mons. Zhuang, quien fue ordenado secretamente en 2006, con la aprobación del Vaticano. Sin embargo, el gobierno chino le reconoce sólo como sacerdote, y apoya al obispo excomulgado Mons. José Huang Bingzhang, quien desde hace largo tiempo es miembro de la Asamblea nacional del pueblo, nombre otorgado al parlamento chino.

En una carta fechada el 26 de octubre, se pidió a Mons. Zhuang, de 88 años, que presentara su renuncia y dejara la cátedra al obispo excomulgado, que la Santa Sede está a punto de reconocer. Una fuente eclesial de Guangdong, que pidió mantenerse tras el anonimato, refiere a AsiaNews: «Esa vez Mons. Zhuang se negó a obedecer, e incluso aceptó `cargar con la cruz’ por haber desobedecido».

La fuente eclesial relata un ulterior incidente: del 18 al 22 de diciembre pasado, Mons. Zhuang fue llevado de su diócesis, en el sur del país, y escoltado hasta Beijing, para reunirse con algunos altos representantes del gobierno central y una delegación del Vaticano.

Representantes del gobierno mantuvieron bajo control a Mons. Zhuang hasta el 11 de diciembre. Aún a sabiendas de que el obispo es anciano, de que no goza de buena salud, y del clima extremadamente frío que imperaba en Beijing, ellos se negaron a aceptar su pedido de no dirigirse al norte, y tampoco le garantizaron la presencia de un médico. La fuente precisa que con Mons. Zhuang viajaron siete represnetantes de gobierno, pero que no permitieron que ningún sacerdote se sumara al viaje.

El anciano obispo fue alojado en el hotel Huguosi. El 19 de diciembre, lo llevaron a visitar algunos monumentos; al día siguiente fue llevado a visitar las sedes de la Asociación patriótica y del Consejo de Obispos chinos (cismáticos), donde se reunió con los obispos Ma Yinglin, Shen Bin y Guo Jincai, quienes se desempeñan, respectivamente, como presidente, vice-presidente y secretario general del Consejo de los obispos. La Asociación Patriótica y el Consejo de obispos no son reconocidos por la Santa Sede; además, los obispos Ma y Guo son ambos ilícitos, y aún no se han reconciliado con el Vaticano.

El 21 de diciembre, Mons. Zhuang fue llevado al hotel estatal de Diaoyutai. Allí fue recibido por tres representantes de la Administración estatal de asuntos religiosos; en esa ocasión, el Pbro. Huang Baoguo, un sacerdote chino que en el pasado trabajó en la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, lo condujo a un encuentro con –como dice la fuente deAsiaNews – «un obispo extranjero y tres sacerdotes extranjeros del Vaticano».

Desde que China y la Santa Sede retomaron los diálogos oficiales en 2014, Mons. Claudio Maria Celli fue colocado a cargo de las negociaciones. Si bien ya está retirado, en el pasado se desempeñó en la Secretaría de Estado, y es muy práctico en lo que respecta al tema China-Vaticano, y debido a ello ha estado varias veces en China. La fuente piensa que el prelado presente en el encuentro fue Mons. Celli.

La fuente de AsiaNews afirma que «el obispo extranjero» explicó a Mons. Zhuang cuál era el objetivo de su viaje a China: hacer algo para lograr un acuerdo con el gobierno chino, y lograr que Mons. Huang, el obispo ilegítimo, pasase a ser el obispo ordinario de la diócesis.

La fuente continúa explicando que la delegación vaticana pidió a Mons. Zhuang retirarse, confirmando cuanto estaba escrito en la carta fechada el 26 de octubre, agregando, a modo de consuelo para el viejo obispo, la posibilidad de que él pueda sugerir a Mons. Huang tres nombres de sacerdotes, entre los cuales este último elegiría al vicario general.

El obispo lloró

«Mons. Zhuang, al volver a escuhar el pedido, rompió en llanto», afirma la fuente, y agrega que «sería inútil nombrar como vicario general a un sacerdote que Mons. Huang podría remover según su agrado».

Algunos obispos del sur de China se opusieron a la idea de reconocer tan apresuradamente a Mons. Huang, quien fuera excomulgado oficialmente por la Santa Sede en 2011, cuando él aceptó la ordenación episcopal sin el mandato del Papa. Uno de los obispos, que pidió mantenerse en el anonimato, dijo a AsiaNews que el Vaticano les ha pedido una opinión acerca de Mons. Huang. «No sé cómo irá a terminar todo eso -agregó- pero ésta me parece una solución horrible».

En lo que respecta a la situación de Shantou, AsiaNews incluso ha pedido una confirmación del Vaticano. Un representante que está familiarizado con el caso de China, ha dicho que la carta recibida por Mons. Zhuang no era más que un pedido de opinión acerca del obispo ilícito Mons. Huang; otra personalidad ha callado al respecto. El Card. Joseph Zen, obispo emérito de Hong Kong, ha confirmado las noticias recogidas por AsiaNews.

El asunto de Mindong

Mientras Mons. Zhuang era interrogado en el frío de Beijing, la delegación vaticana de desplazaba hacia el sur, a la provincia de Fujian, para reunirse con Mons. Vicente Zhan Silu, uno de los siete obispos ilícitos que aguardan el reconocimiento del Vaticano.

Fuentes locales afirman que al obispo ordinario de Mindong, Mons. José Guo Xijin, de la Iglesia subterránea, se le pidió rebajarse a ser el obispo auxiliar de Mons. Zhan. Según un rumor, él podría convertirse en su obispo coadjutor.

Mons. Guo pasó casi un mes detenido antes de la Semana Santa del 2017. Según una fuente de AsiaNews, durante su permanencia en prisión, representantes del gobierno le presentaron a Mons. Guo un documento sobre el cual solicitaban su firma, en el cual él acepta «voluntariamente» ser rebajado a obispo coadjutor. La firma era la condición para que él obtuviese el reconocimiento del gobierno.

Mons. Zhan no quiso confirmar el encuentro, y tampoco ha revelado detalles sobre la marcha del proceso para su reconocimiento por parte de la Santa Sede. Él solo ha referido a AsiaNews que representantes vaticanos y chinos se encuentran periódicamente para entablar negociaciones.

Un sacerdote de la comunidad subterránea de Mindong ha dicho que no estaba al tanto de la visita de la delegación vaticana. «Es obvio que para nosotros, [esta decisión] resulta difícil de aceptar, pero, ¿acaso tenemos derecho a oponernos al Vaticano?». Sin embargo, agregó que si las cosas de disponen de esta manera «podría pensar en abandonar mi sacerdocio».

La noticia sobre la reducción del estatus de un obispo ordinario puede parecer extraña e increíble en la Iglesia Universal, pero no ocurre así en China. En octubre pasado, el secretario general del Partido comunista chino, Xi Jinping, en su reporte de resultados en la sección inicial del 19no Congreso Nacional del Partido, sugirió adoptar «nuevos abordajes» en el trabajo, en lo referido a asuntos étnicos y religiosos.

«Qiushi», una resvista de alto nivel sobre teorías comunistas, gestionada por el Comité Central del Partido, publicó el 15 de septiembre pasado un artículo titulado «Teoría y prácticas innovadoras en el trabajo religioso a partir del 18vo Congreso nacional del Partido Comunista Chino», que se desarrolló en 2012.

Hasta ahora, no ha aparecido una elaboración clara sobre las «prácticas innovadoras» vinculadas a la Iglesia católica en China. Pero el 14 de diciembre pasado, la Asociación Patriótica y el Consejo de Obispos difundieron un plan quinquenal para «sinizar» la Iglesia católica. La directiva de la «sinización de las religiones» es un término que Xi Jinping utilizó por primera vez en un encuentro con el Frente Unido, en 2015. La cuestión se centra en exigir que las religiones sostengan el principio de la independencia y sigan lo que indica la dirigencia del Partido Comunista.

Para la Santa Sede, el reconocimiento de siete obispos ilícitos (eran ocho, pero uno murió el año pasado) es una parte espinosa de las negociaciones entre China y el Vaticano. De estos siete obispos, Mons. Huang y otros dos fueron públicamente excomulgados por la Santa Sede. A cambio de ello, China debiera reconocer a cerca de 20 candidatos al episcopado para la comunidad oficial, nombrados por la Santa Sede en los últimos años; algunos ya fueron ordenados en secreto; en total, Beijing debiera aceptar a unos 40 obispos de la comunidad subterránea.

Según un artículo del Card. John Tong, publicado en febrero de 2017, el nombramiento de obispos es el eje central en torno al cual giran las negociaciones a puertas cerradas que mantienen China y el Vaticano.

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