El Papa alaba la democracia en Chile, reclama optar por la vida y pide perdón por los abusos del clero

(Vatican news/InfoCatólica) «Es para mí una alegría poder estar nuevamente en suelo latinoamericano y comenzar esta visita por esta querida tierra chilena que ha sabido hospedarme y formarme en mi juventud; quisiera que este tiempo con ustedes fuera también un tiempo de gratitud por tanto bien recibido».

Con estas palabras el papa Francisco dio inicio a su primer discurso a las autoridades al dirigirse – en el Palacio de la Moneda de Santiago de Chile – a la Presidenta de la nación, a los miembros del Gobierno de la República y del Cuerpo Diplomático, así como a los representantes de la sociedad civil.

Al agradecer las palabras de bienvenida que le dirigió la mandataria, el Santo Padre afirmó: «En usted quiero saludar y abrazar al pueblo chileno desde el extremo norte de la región de Arica y Parinacota hasta el archipiélago sur y a su desenfreno de penínsulas y canales». Sí, porque como dijo el Papa «la diversidad y riqueza geográfica que poseen nos permite vislumbrar la riqueza de esa polifonía cultural que los caracteriza».

Refiriéndose a esta nación el Papa Bergoglio añadió: «Chile se ha destacado en las últimas décadas por el desarrollo de una democracia que le ha permitido un sostenido progreso. Las recientes elecciones políticas fueron una manifestación de la solidez y madurez cívica que han alcanzado, lo cual adquiere un relieve particular este año en el que se conmemoran los 200 años de la declaración de la independencia».

Opción radical por la vida

A su vez, ha asegurado que «el alma de la chilenía es vocación a ser, esa terca voluntad de existir. Vocación a la que todos están convocados y en la que nadie puede sentirse excluido o prescindible. Vocación que reclama una opción radical por la vida, especialmente en todas las formas en la que ésta se vea amenazada»

Tras afirmar que «cada generación ha de hacer suyas las luchas y los logros de las generaciones pasadas y llevarlas a metas más altas aún», Francisco dijo que «el bien, como también el amor, la justicia y la solidaridad, no se alcanzan de una vez para siempre»; sino que «han de ser conquistados cada día». De ahí que haya añadido: «No es posible conformarse con lo que ya se ha conseguido en el pasado e instalarse, y disfrutarlo como si esa situación nos llevara a desconocer que todavía muchos hermanos nuestros sufren situaciones de injusticia que nos reclaman a todos».

Por esta razón el Pontífice dijo que los chilenos tienen «un reto grande y apasionante»: «Seguir trabajando para que la democracia y el sueño de sus mayores, más allá de sus aspectos formales, sea de verdad lugar de encuentro para todos. Que sea un lugar en el que todos, sin excepción, se sientan convocados a construir casa, familia y nación. Un lugar, una casa, una familia, llamada Chile: generoso, acogedor, que ama su historia, que trabaja por su presente de convivencia y mira con esperanza al futuro».

Francisco consideró que «ese futuro» se juega, en gran parte, en la capacidad de escuchar que tengan su pueblo y sus autoridades. «Tal capacidad de escucha adquiere gran valor en esta nación donde su pluralidad étnica, cultural e histórica exige ser custodiada de todo intento de parcialización o supremacía y que pone en juego la capacidad que tengamos para deponer dogmatismos exclusivistas en una sana apertura al bien común, que si no tiene un carácter comunitario nunca será un bien».

Es preciso escuchar, dijo el Papa. «Escuchar a los parados, que no pueden sustentar el presente y menos el futuro de sus familias; a los pueblos originarios, frecuentemente olvidados y cuyos derechos necesitan ser atendidos y su cultura cuidada, para que no se pierda parte de la identidad y riqueza de esta nación».

«Escuchar a los migrantes, que llaman a las puertas de este país en busca de mejora y, a su vez, con la fuerza y la esperanza de querer construir un futuro mejor para todos».

«Escuchar a los jóvenes, en su afán de tener más oportunidades, especialmente en el plano educativo y, así, sentirse protagonistas del Chile que sueñan, protegiéndolos activamente del flagelo de la droga que les cobra lo mejor de sus vidas».

«Escuchar a los ancianos, con su sabiduría tan necesaria y su fragilidad a cuestas. No los podemos abandonar. Escuchar a los niños, que se asoman al mundo con sus ojos llenos de asombro e inocencia y esperan de nosotros respuestas reales para un futuro de dignidad».

Dolor y vergüenza ante el daño causado a niños por parte de ministros de la Iglesia

Llegado a este punto de su alocución el Santo Padre añadió: «Y aquí no puedo dejar de manifestar el dolor y la vergüenza que siento ante el daño irreparable causado a niños por parte de ministros de la Iglesia. Me quiero unir a mis hermanos en el episcopado, ya que es justo pedir perdón y apoyar con todas las fuerzas a las víctimas, al mismo tiempo que hemos de empeñarnos para que no se vuelva a repetir».

Después de alentar a prestar una atención preferencial a nuestra casa común, fomentando una cultura que sepa cuidar la tierra el Obispo de Roma puso de manifiesto «la sabiduría de los pueblos originarios» que puede ofrecer una gran aportación.

Y concluyó diciendo: «Agradezco una vez más la invitación de poder venir a encontrarme con ustedes, con el alma de este pueblo; y ruego para que la Virgen del Carmen, Madre y Reina de Chile, siga acompañando y gestando los sueños de esta bendita nación».

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