Cómo neonatóloga, tengo una visión desde dentro de la ciencia que está detrás de la Ley de protección del niño no nacido con capacidad para el dolor, que el Senado va a votar esta semana (*). Esta ley prevendría abortos de niños no nacidos después de la vigésima semana de gestación, justo un poco más pequeños que los bebés que yo trato normalmente. Dejando a un lado la discusión médica sobre la ética del aborto en este momento, los bebés que están casi al límite de ser viables sienten dolor. Estas son las razones por las que yo lo sé.
Puedes hacer enfadar a un prematuro
En la unidad de cuidados intensivos neonatales, he visto niños prematuros al borde de la viabilidad (23-24 semanas de gestación) reaccionar a los procedimientos dolorosos o incómodos todos los días. Por ejemplo, cuando les pinchas para sacarles sangre, los bebés arrugan sus caras, dan patadas, aprietan los puños, encogen los dedos de los pies, arquean la espalda y tratan de escabullirse o golpear a la persona que les está molestando. Sólo tienen que preguntarle a las enfermeras.
Las respuestas fisiológicas medibles a los estímulos dañinos pueden incluir ritmos respiratorios y cardíacos elevados. Algunos bebés incluso dejan de respirar y se ponen tan azules como cualquier niño pequeño en plena pataleta. He visto ambos casos. Tanto si son niños nacidos a tèrmino o extremadamente inmaduros, aunque ellos no pueden hablar, los que se encuentran en la unidad de cuidados intensivos neonatales claramente reaccionan mal a lo que los adultos sabemos que son procedimientos dolorosos.
Algunos argumentan que todas estas reacciones son solamente eso, meras reacciones. Después de que el proyecto de ley fuera aprobado en el congreso en Octubre de 2017, los medios de comunicación y los que practican abortos intentaron impugnarla basándose en una información de un estudio de hace diez años sobre el dolor fetal. Concluía con que el feto no puede sentir dolor antes de la semana 26 de gestación porque el sistema nervioso central no está lo suficientemente formado.
Es cierto que el sistema nervioso central, al igual que otros sistemas, está aún en proceso de formación en las etapas tempranas del embarazo. A medida que el bebé no nacido madura, se desarrollan conexiones neurológicas entre las partes del cuerpo que reciben la información dolorosa y el cerebro, que interpreta dicha información. La consciencia, tal como la conocemos aún no está presente, así que algunos dicen que no puede haber un recuerdo significativo y por lo tanto no hay dolor: «un entendimiento adecuado del dolor debe explicar el contenido conceptual de lo que constituye la experiencia del dolor».
La ciencia más reciente sobre la percepción fetal del dolor
Un creciente número de investigaciones científicas demuestran que no es necesaria la maduración del sistema nervioso central para que se perciba el dolor. En 2016 el «Journal for Pain Research» (Revista para la investigación sobre el dolor) publicó un resumen de diferentes estudios científicos que llegan a la conclusión de que «una forma temprana de dolor puede aparecer a partir de la semana 15 de gestación en adelante». Esta temprana respuesta fisiológica «es diferente al dolor emocional que siente un feto más maduro» pero aún así es una forma física de dolor.
De manera importante, sólo el estrés psicológico puede causar cambios en el desarrollo a largo plazo del cerebro del niño no nacido, que «en último caso puede tener consecuencias neuronales adversas» para dicho niño. Por lo tanto, la anestesia fetal se administra ahora normalmente en las cirugías llevadas a cabo en los niños no nacidos.
Aunque «si un feto es capaz de experimentar dolor como un sentimiento consciente y emocional no está aún claro… no podemos negar que el sistema nervioso del feto incrementa las respuestas protectoras contra el daño tisular». En otras palabras, sabemos que el estímulo doloroso provoca una reacción (a veces dañina) en el bebé, incluso si nos es imposible confirmar su naturaleza exacta ya que ellos no nos pueden decir cómo se sienten.
Debido a mis años de experiencia directa, tiene sentido para mi el hecho de que los fetos en estado más avanzados de gestación experimentaran la misma reacción que los bebés prematuros, que reciben anestesia para prevenir el dolor durante y después de la intervención quirúrgica. Hace poco mientras esperaba el parto de un bebé de 23 semanas, pensé en qué distinguía al bebé, que es casi viable, del feto, que casi lo es también. La respuesta: las capas celulares entre la madre y el niño.
Nuestra ley se centra en a quién pertenecen esas capas, y qué lado es el que prevalece. Pero el bebé humano que está en el seno de su madre en un momento dado y fuera en el siguiente es la misma persona en ambos casos. Debido a la temprana etapa de gestación en la que yo conozco a estos pequeños, hace impensable que se pueda justificar el que alguien literalmente despedace a la misma persona a la que yo intento salvar.
Robin Pieruci
(*) La ley no ha obtenio la mayoría cualificada necesaria para su aprobación
Traducido por Ana María Rodríguez, del equipo de traductores de InfoCatólica
Publicado originalmente en The Federalist
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