(Vatican News) Hoy el Santo Padre en la Plaza de la Libertad, en Tallin – Estonia, ha celebrado la última celebración eucarística antes de su regreso a Roma después de haber visitado desde el pasado sábado los tres países bálticos: Lituania, Letonia y Estonia.
En la homilía en la misa votiva del Espíritu Santo que ha celebrado, el Santo Padre ha querido recordar el sufrimiento del pueblo de Estonia partiendo de la reflexión sobre la «llegada del pueblo hebreo –una vez liberado de la esclavitud en Egipto– al monte Sinaí». «Vosotros –ha continuado el Papa- sabéis de luchas por la libertad, podéis identificaros con aquel pueblo».
Un pueblo que conoce el amor de su Dios
El Papa Francisco recordó cómo el pueblo que llega hasta el Sinaí «es un pueblo que ya ha visto el amor de su Dios, es un pueblo que decide hacer un pacto de amor porque Dios ya lo amó primero y le expresó ese amor».
Haciendo una consideración sobre el don de la fe recordó que: «los cristianos sabemos que la propuesta de Dios lleva a la plenitud», a la vez que hizo una reflexión más: «Algunos se consideran libres cuando viven sin Dios o al margen de él. No advierten que de ese modo transitan por esta vida como huérfanos, sin un hogar donde volver. Nos toca a nosotros, al igual que al pueblo salido de Egipto, escuchar y buscar».
Llamados al encuentro con Jesús
Ante esa búsqueda, esa «sed, que habita en todo corazón humano, Jesús, nos anima a resolverla yendo a su encuentro. Él es quien puede llenarnos de la plenitud».
Ante la tentación de buscar saciar la sed interior que lleva dentro de sí todo hombre, el Papa recordó que: «En el desierto, el pueblo de Israel va a caer en la tentación de buscarse otros dioses… Pero Dios siempre lo atrae nuevamente, y ellos recordarán lo que escucharon y vieron en el monte».
Ante esta llamada a volver a Dios, el Papa compartió con la pequeña porción del Pueblo de Dios que peregrina en Estonia: «somos la pequeña porción que tiene que fermentar toda la masa, que no se esconde ni se aparta, que no se considera mejor ni más pura». Y tomando el ejemplo del águila cuando resguarda a sus polluelos y los ayuda a valerse por sí mismos sin dejar de protegerlos, el Papa les recordó que:
«Así es Dios con su pueblo elegido, lo quiere en «salida», arriesgado en su vuelo y siempre protegido solo por él. Tenemos que perder el miedo y salir de los espacios blindados, porque hoy la mayoría de los estonios no se reconocen como creyentes».
El Papa además dio pistas en la homilía para estar en actitud de salida, les dijo: «Salir como sacerdotes; lo somos por el bautismo. Salir a promover la relación con Dios… Necesitamos crecer en una mirada cercana para contemplar, conmovernos y detenernos ante el otro, con una mirada respetuosa y llena de compasión que es capaz de sanar, desatar ataduras y hacer crecer en la vida cristiana y dar testimonio de ser un pueblo santo».
Todos estamos llamados a ser santos
Añadió el Santo Padre: «Hoy elegimos ser santos saneando los márgenes y las periferias de nuestra sociedad, allí donde nuestro hermano yace y sufre el descarte, en él está la imagen de Dios, es un hermano redimido por Jesucristo».
El Santo Padre finalizó su homilía recordando al pueblo de Estonia: «Qué bueno es sentirse parte de un pueblo. Vayamos a la montaña santa, a la de Moisés, a la de Jesús, y pidámosle que nos despierte el corazón, que nos regale el don del Espíritu para discernir en cada momento de la historia cómo ser libres, cómo abrazar el bien y sentirnos elegidos, cómo dejar que Dios haga crecer, aquí en Estonia y en el mundo entero, su nación santa, su pueblo sacerdotal».
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