(Zenit/InfoCatólica) La catequesis que ha ofrecido esta mañana, 19 de septiembre de 2018, el Santo Padre en la audiencia general ha tratado sobre el cuarto mandamiento: «Honra a tu padre y a tu madre» (Efesios, 6, 1-4).
«En el Señor, honramos a nuestros padres con la libertad de hijos adultos y los acogemos con misericordia y amor» ha anunciado el Papa Francisco, continuando así su ciclo de catequesis sobre los mandamientos de la ley de Dios.
«Honrar» significa «reconocer» y dar importancia a los padres «a través de acciones concretas», que manifiestan «afecto y cuidado»; y esto tiene como efecto una vida larga y feliz.
La felicidad que promete el mandamiento, asegura el Santo Padre, no se encuentra vinculada a los «méritos» de los padres, sino en el «reconocimiento» y el «respeto» hacia quienes nos han traído al mundo, ha matizado.
El Papa ha enseñado que esta sabiduría milenaria evidencia la importancia del ambiente familiar en los primeros años de vida, que repercute en la posterior forma de ser y comportarnos, y ha transmitido esperanza: «Podemos pensar en tantos jóvenes que, después de haber vivido una infancia difícil y dolorosa, se han reconciliado, a través de Cristo, con la vida y han sido un ejemplo luminoso para muchos otros».
Los enigmas y los porqués de nuestra vida se iluminan «descubriendo la presencia del Señor» a nuestro lado, ha señalado el Obispo de Roma.
Saludo en español
Queridos hermanos,
Reflexionamos hoy sobre el cuarto mandamiento de la ley de Dios: «Honra a tu padre y a tu madre, [...] para que se prolonguen tus días y seas feliz en el país que Dios te da».
Honrar significa reconocer y dar importancia a los padres a través de acciones concretas, que manifiestan afecto y cuidado; y esto tiene como efecto una vida larga y feliz. La felicidad que promete el mandamiento no se encuentra vinculada a los méritos de los padres, sino en el reconocimiento y el respeto hacia quienes nos han traído al mundo.
Esta sabiduría milenaria evidencia la importancia del ambiente familiar en los primeros años de vida, que repercute en la posterior forma de ser y comportarnos. Podemos pensar en tantos jóvenes que, después de haber vivido una infancia difícil y dolorosa, se han reconciliado, a través de Cristo, con la vida y han sido un ejemplo luminoso para muchos otros. Los enigmas y los porqués de nuestra vida se iluminan descubriendo la presencia del Señor a nuestro lado. En Él, honramos a nuestros padres con la libertad de hijos adultos y los acogemos con misericordia y amor.
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española venidos de España y Latinoamérica; en particular saludo a los participantes en el curso de rectores de Seminarios Mayores diocesanos, al grupo de la Pastoral de la Carretera de la Conferencia Episcopal Española, y a los catequistas de la Diócesis de Nogales, en México.
Los animo a reavivar en ustedes la gracia del bautismo que nos hace renacer de lo alto y ser hijos de Dios. Con esta consciencia, los invito a mostrar su cariño a sus padres, a través de signos concretos de ternura y afecto, y también con la oración.
Que Dios los bendiga. Muchas gracias.
Vídeo de la audiencia general de hoy:
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