(Vatican News) «Es una desgracia, un desastre», con estas palabras, aun conmocionado, Mons. Virgil Bercea, Obispo greco-católico de Oradea, hace referencia al incendio que el pasado 25 de agosto destruyó el Palacio Episcopal de la Iglesia greco-católica de Oradea, en Rumanía.
Las llamas estallaron alrededor de las 10 de la noche, por razones que aún se desconocen. La pronta intervención de los bomberos no pudo evitar que el incendio destruyera este histórico edificio, que desde hace algún tiempo estaba siendo renovado. «El techo se ha derrumbado, afirma el Prelado, y también el ático del primer piso», señalando que ya se ha constituido una comisión de expertos para indagar sobre lo ocurrido y planificar la reconstrucción.
Incalculables daños a un símbolo de nuestra ciudad
El edificio barroco, construido en la segunda mitad del 700 por la emperatriz María Teresa de Austria, tiene un gran valor simbólico para la comunidad greco-católica de todo el país. En 1948, con la abolición de la Iglesia greco-católica por el régimen comunista, fue confiscado y transformado en la Escuela de Artes y luego en la Biblioteca de la región de Bihor, antes de ser devuelto en 2005. «El Palacio Episcopal era un símbolo de la ciudad», añade el Obispo rumano, conmoviéndose al narrar que este hecho involucraba a todo el pueblo de Oradea: «Es un drama, un drama de nuestra Iglesia, un drama de nuestra ciudad. Veo que todas las personas lo sienten como su propio drama».
Solidaridad y ecumenismo
Ante tan desafortunada situación, que echa abajo tantos esfuerzos, sobre todo económicos, para reestructurar el Palacio Episcopal, Mons. Virgil Bercea habla no sólo de la solidaridad recibida con prontitud por el Ayuntamiento, sino también de la mano extendida por los demás representantes religiosos. «Los católicos, los ortodoxos, los protestantes, los romano-católicos», precisa el Obispo de Oradea, «me han ayudado de manera fantástica»; asimismo, Mons. Bercea señala que, el Patriarca Ortodoxo también lo ha llamado.
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