(Fides) «Hasta el 27 de octubre, Cáritas Congo ha contabilizado 508.505 personas que llegaron a territorio congoleño sin que parezca que las llegadas vayan a cesar», reza un comunicado de la Conferencia Episcopal de la Nación Congoleña (CENCO) sobre la expulsión masiva de la vecina Angola.
«Muchas de las personas expulsadas han declarado que están siendo sometidas a brutalidad y a graves violaciones de los derechos humanos por parte de la policía angoleña», denuncian los obispos en la declaración que fue dada a conocer a la Agencia Fides. A principios de octubre, las autoridades de Luanda emitieron una orden de expulsión contra migrantes congoleños empleados en el sector minero informal, en el noreste de Angola.
Una vez de regreso a la República Democrática del Congo, las personas expulsadas se encuentran sin ayuda. «Miles de niños, mujeres, ancianos, enfermos y personas con discapacidad están siendo abandonados, día tras día, como vulgar mercancía en suelo congoleño, en lugares donde la capacidad de acogida es totalmente insuficiente para permitirles recuperar un mínimo de dignidad», denuncia la Conferencia Episcopal Congoleña. «Sin saber cómo salir de la zona fronteriza ni adónde ir, la mayoría de la gente deambula por los pueblos de la frontera, donde son recibidos por personas de buena voluntad. Miles de personas se alojan en los locales de iglesias, escuelas y algunos edificios públicos. En ausencia de espacio suficiente, otros acampan en refugios improvisados donde pasan la noche bajo las estrellas».
La zona donde se registra el mayor número de personas expulsadas de Angola es la provincia de Kasai, «que sufre todavía las heridas de la crisis del fenómeno ‘Kamuina Nsapu’, que devastó la zona hace aproximadamente un año. Sólo en Kamako hay 206.680 personas, un número que supera con creces el de los habitantes de esta pequeña aldea», informan los obispos.
«La expulsión masiva de los congoleños tiene lugar dos meses antes de las elecciones generales en República Democrática del Congo (RDC) y corre el riesgo de interrumpir el curso normal de este importante acontecimiento largamente esperado por el pueblo congoleño», subrayan los obispos, quienes también dicen estar «preocupados por la paz entre la RDC y Angola, que comparten más de 2.000 kilómetros de frontera con muchos grupos étnicos que se extienden por ambos países».
Los obispos le piden al gobierno de Kinshasa que ponga en marcha urgentemente programas de reinserción social y económica de las personas expulsadas; mientras que solicitan a intervención de la Unión Africana y a la SADC (Comunidad Económica del África Austral, a la que pertenecen Angola y la RDC) para que inviten a los gobiernos de Luanda y Kinshasa a dialogar »a fin de que juntos puedan encontrar una solución a la situación de los congoleños que se encuentran en una situación irregular en Angola.
Publicar un comentario