Le soir approche et déjà le jour baisse, el último libro del cardenal Sarah, con el que concluye el tríptico que empezó con Dios o nada y continuó con La fuerza del silencio, ha hecho correr ríos de tinta en Francia. A la espera de su publicación en español, he tenido la suerte de poder leerlo en francés gracias a un oportuno regalo de mi suegro y puedo decir que el libro no decepciona.
Estamos ante un libro de tonos proféticos, en el que el cardenal Sarah va revisando los grandes temas que marcan nuestro tiempo: la crisis de la fe, de una Iglesia que parece que ha perdido el rumbo, la crisis del sacerdocio, los resultados del ateísmo práctico que ha abrazado el mundo occidental, la crisis de Europa, el desprecio a la vida, la decadencia cultural de Occidente. No ahorra Sarah juicios en los que se muestra valiente, sin medias tintas, pero al mismo tiempo, sin pretender negar la gravedad de la situación que vivimos, Sarah se muestra esperanzado. Una esperanza que no es humana, sino sobrenatural, y que nace de abrazar radicalmente el amor de Cristo, que toma la iniciativa y lo transforma todo. Sarah vuelve a menudo a Juan Pablo II, pero sobre todo a su maestro, Benedicto XVI, sin olvidar a otras referencias que han ido conformando su visión del mundo y del hombre, como los francófonos Bernanos y De Lubac o el también profético disidente ruso Solzhenitsyn. Estamos ante un libro de análisis filosófico, sociológico, teológico, pero también ante una obra que se lee en muchos momentos como una profunda meditación espiritual.
No voy a glosar el libro, vastísimo, pero no me resisto a reproducir algunos fragmentos que, espero, sirvan para ir abriendo el apetito de cara a la no muy lejana edición en español. Les dejo aquí algunas de las joyas que nos ofrece el cardenal Sarah:
- La Iglesia se muere porque los pastores tienen miedo de hablar con total verdad y claridad. Nosotros, obispos, deberíamos de temblar al pensar en nuestros silencios culpables, en nuestros silencios de complicidad, en nuestros silencios de complacencia con el mundo.
- Le debemos al pueblo cristiano una enseñanza clara, firme y estable. ¿Cómo aceptar que las conferencias episcopales se contradigan? ¡Allí donde reina la confusión, Dios no puede habitar!
- Deploro que muchos obispos y sacerdotes descuiden su misión esencial, que es su propia santificación y el anuncio del Evangelio de Jesús, para dedicarse a cuestiones sociopolíticas como el medio ambiente, las migraciones o los sin techo,
- Es legítimo buscar nuevas formas de evangelización que el mundo moderno pueda comprender y recibir, pero es naif y superficial querer reconciliarlo a todo precio con la Iglesia.
- La pérdida del sentido de Dios es la matriz de todas las crisis.
- La Tierra no es más que una puerta hacia el cielo.
- Seguir a Cristo es renunciar al mundo, a sus criterios y a su aprobación.
- El cristianismo no es para nada una religión del progreso. Es la religión de la salvación.
- Ningún sacerdote puede aprovecharse de su autoridad sobre el pueblo de Dios para exponer sus ideas personales. ¡Su palabra no le pertenece! No es más que el eco del Verbo eterno.
- El Espíritu sopla donde quiere, ciertamente, pero no se contradice y no crea confusión ni desorden.
- Hay que ser africano para atreverse a decir sin complejos que esas «religiones tradicionales» son zonas de miedo y ausencia de libertad.
- No existe ninguna situación en la que la norma moral sea imposible de poner en práctica. En efecto, esto implicaría que el Creador se contradice y nos pide ir contra el sabio orden que Él mismo ha inscrito en la Creación.
- Algunos proponen una reforma de las estructuras y un rechazo del clericalismo, que sería la fuente de todos los males. Me parece que la crisis es mucho más profunda.
- Hemos trasgredido todos los límites, pero no habíamos visto que los límites nos protegían.
- Parece que las tecnoestructuras europeas se regocijan en los flujos migratorios o los animan; no razonan más que en términos económicos. Necesitan trabajadores a los que se les pueda pagar poco.
- Estoy convencido de que las causas del terrorismo [yihadista] son principalmente religiosas.
- El no recurrir a la inteligencia es un naufragio. No se puede llegar a la fe sin recurrir a la razón. La identificación mística con Dios sin el socorro de la reflexión s un quietismo peligroso.
- La humanidad globalizada, sin fronteras, es un infierno.
- Una parroquia sin adoración al santísimo Sacramento es una parroquia muerta o enferma.
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