(Vatican.news) «Es paradójico comprobar que la falta o escasez de alimentos la padecen precisamente quienes los producen. Tres cuartas partes de los pobres del mundo viven en las zonas rurales y para ganarse la vida dependen principalmente de la agricultura». Lo escribe el Papa Francisco en el Mensaje enviado a Michał Kurtyka, Ministro del Clima y del Medio Ambiente de la República de Polonia, Presidente de la XLII Conferencia de la FAO, en curso de manera virtual desde hoy y hasta el viernes 18 de junio.
Las palabras iniciales del Pontífice evidencian la labor que realiza el organismo de la ONU en «la búsqueda de respuestas adecuadas al problema de la inseguridad alimentaria y la desnutrición», que en el momento actual marcado la pandemia, adquiere un «relieve particular». De hecho, Francisco subraya que «a pesar de los logros obtenidos en las décadas anteriores, muchos de nuestros hermanos y hermanas aún no tienen acceso a la alimentación necesaria, ni en cantidad ni en calidad».
Economía circular anclada en el bien común
Tras recordar que en el 2020 el número de personas que estaban expuestas al riesgo de inseguridad alimentaria aguda, y que tenían necesidad de apoyo inmediato para subsistir, alcanzó la cifra más alta del último quinquenio, Francisco señala que «esta situación podría agravarse en el futuro», a causa de «los conflictos, los fenómenos meteorológicos extremos, las crisis económicas, junto con la crisis sanitaria actual», fuente de carestía y hambruna para millones de personas. De aquí la invitación del Pontífice a la adopción de políticas capaces de abordar las causas estructurales que las provocan:
«Para ofrecer una solución a estas necesidades es importante, sobre todo, garantizar que los sistemas alimentarios sean resilientes, inclusivos, sostenibles y capaces de proporcionar dietas saludables y asequibles para todos. En esta perspectiva, es beneficioso el desarrollo de una economía circular, que garantice recursos para todos, también para las generaciones venideras, y que promueva el uso de energías renovables»
Cambiar el rumbo e invertir en sistema alimentario global
Para el Santo Padre, «el factor fundamental para recuperarse de la crisis que nos fustiga es una economía a medida del hombre, no sujeta solamente a las ganancias, sino anclada en el bien común, amiga de la ética y respetuosa del medio ambiente».
«La reconstrucción de las economías pospandémicas nos ofrece la oportunidad de revertir el rumbo seguido hasta ahora e invertir en un sistema alimentario global capaz de resistir a las crisis futuras»
De esto – explica el Santo Padre – forman parte «la promoción de una agricultura sostenible y diversificada, que tenga presente el valioso papel de la agricultura familiar y la de las comunidades rurales».
Y aquí Francisco constata cómo «la falta o escasez de alimentos la padecen precisamente quienes los producen»:
«Tres cuartas partes de los pobres del mundo viven en las zonas rurales y para ganarse la vida dependen principalmente de la agricultura. Sin embargo, debido a la falta de acceso a los mercados, a la posesión de la tierra, a los recursos financieros, a las infraestructuras y a las tecnologías, estos hermanos y hermanas nuestros son los más expuestos a sufrir la inseguridad alimentaria»
Cultura del cuidado versus tendencia individualista
Seguidamente, el Obispo de Roma manifiesta su aprecio y alienta «los esfuerzos de la comunidad internacional encaminados a que cada país pueda implementar los mecanismos necesarios para conseguir su autonomía alimentaria, sea a través de nuevos modelos de desarrollo y consumo, como de formas de organización comunitaria que preserven los ecosistemas locales y la biodiversidad» indicando también que se recurra «al potencial de la innovación para apoyar a los pequeños productores y ayudarlos a mejorar sus capacidades y su resiliencia».
Fundamental para lanzar el reinicio, - precisa - es la «promoción de una cultura del cuidado, dispuesta a afrontar la tendencia individualista y agresiva del descarte, muy presente en nuestras sociedades». Y recuerda que «mientras unos pocos siembran tensiones, enfrentamientos y falsedades, nosotros, en cambio, estamos invitados a construir con paciencia y decisión una cultura de la paz, que se encamine hacia iniciativas que abracen todos los aspectos de la vida humana y nos ayuden a rechazar el virus de la indiferencia».
Gestos concretos y fraternidad
El simple trazado de programas no basta a impulsar la acción de la comunidad internacional – señala el Santo Padre, indicando la necesidad de «gestos tangibles que tengan como punto de referencia la común pertenencia a la familia humana y el fomento de la fraternidad». Y concluye con una invitación:
«Aprovechemos esta prueba como una oportunidad para preparar el mañana de todos, sin descartar a ninguno: de todos. Porque sin una visión de conjunto nadie tendrá futuro»
Publicar un comentario