(Isabella Piro/VaticanNews) La explosión que tuvo lugar ayer, 27 de junio, en una parroquia católica de Butembo-Beni, en la República Democrática del Congo, podría haber provocado una auténtica masacre. A las seis de la mañana explotó una bomba que había sido colocada detrás del altar, donde suele actuar el coro. La explosión hirió gravemente a dos mujeres que se encontraban en el lugar de culto para prepararlo para la misa dominical, dedicada al sacramento de la confirmación. Las dos heridas fueron trasladados al hospital. El ataque destruyó algunos bancos y mobiliario de la iglesia, pero podría haber causado un elevado número de víctimas, teniendo en cuenta que se esperaba a muchos niños y a sus padres para la celebración. La parroquia, por su parte, ha creado un comité de seguridad.
Hay que recordar que la diócesis de Butembo-Benisi está situada en el Nord-Kivu, en el noreste de la República Democrática del Congo, y desde hace algún tiempo está siendo atacada por las llamadas «Fuerzas Democráticas Aliadas», un grupo rebelde cercano al «Estado Islámico». Ya el mes pasado, el obispo local, Monseñor Melchisedec Sikuli Paluku, había dado la voz de alarma sobre los continuos ataques terroristas y las numerosas violaciones de los derechos humanos perpetradas en la zona. En el punto de mira de los atacantes no sólo están las iglesias, sino también las escuelas y los hospitales. «No pasa un día sin que maten a gente - había denunciado el obispo - Los rebeldes vienen a matar a los enfermos en las camas de los hospitales».
Entre 2013 y 2020, los ataques han causado más de 6.000 muertos solo en Beni; 3 millones de desplazados y 7.500 personas secuestradas; casas y pueblos quemados; edificios administrativos saqueados; animales, campos y cultivos expoliados. El pasado mes de abril, el Comité Permanente de la Conferencia Episcopal Nacional (CENCO) emitió un mensaje en el que instaba a poner fin a la violencia: «¡Dejad de matar a vuestros hermanos! - Dejad de matar a vuestros hermanos», imploraron los prelados, dirigiéndose a todas las partes implicadas: «Su sangre grita desde la tierra.
Los obispos esperan, por tanto, una reforma estructural del gobierno; una mejor gestión del ejército, con la destitución de todos los oficiales coludidos; un refuerzo de la logística para evitar los ataques de los milicianos y reducir así la pérdida de vidas humanas; el lanzamiento de una operación militar a gran escala, bajo la autoridad del Consejo de Seguridad de la ONU; el desarme y la reinserción social de los soldados desmovilizados, para evitar que engrosen las filas de la milicia; »la creación de un marco permanente de concertación para la cohesión y la paz en el este del país, dirigido por un observatorio científico multidisciplinar, y la implicación de los líderes locales en la sensibilización de la convivencia pacífica«.
Al mismo tiempo, el CENCO pidió que se desarrollen en las zonas de conflicto »espacios de diálogo« basados en la »promoción de los valores de la ciudadanía«, junto con el desarrollo de »asociaciones bilaterales y multilaterales con socios internacionales«. »La guerra es la madre de todas las miserias, afecta a todas las esferas de la sociedad y compromete el futuro de nuestros hijos«, subrayaron además los obispos congoleños, »invitamos a quienes se ven atrapados en el espectro de la división a comprender que es a través del amor y la unidad como se puede vencer el mal y romper la violencia«. De ahí la invitación a »un tiempo de oración por la paz en el este del país«, porque el drama de esta región »concierne a toda la nación.
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