Orgullo LGTBI y Catolicismo

Este 3 de Junio el Ayuntamiento de mi ciudad de Logroño ha aprobado por unanimidad de todos los Partidos políticos representados en él, es decir PSOE, PP, Podemos, Ciudadanos y Partido Riojano, una DECLARACIÓN INSTITUCIONAL DEL AYUNTAMIENTO DE LOGROÑO CON MOTIVO DEL DÍA INTERNACIONAL DEL ORGULLO LGTBI 2021.

Como ciudadano y católico logroñés me duele ver a mi Ayuntamiento haciendo el ridículo ensalzando la Ideología de Género y el Orgullo LGTBI, cuyo objetivo parece ser, como dice el acertado título del libro de Alicia Rubio: «Cuando nos prohibieron ser mujeres… y os persiguieron por ser hombres», constituyendo además una muy seria amenaza para el deporte femenino, aparte de ser incompatible con la doctrina cristiana.

Por supuesto condeno el odio, la violencia y la discriminación contra las personas LGTBI, que han de ser tratadas con respeto y delicadeza, como cualquier otra persona, pero por supuesto no puedo estar de acuerdo con lo que la Ideología de Género y el Orgullo LGTBI defienden. Como dice el Concilio Vaticano II el aborto no es un derecho, sino un crimen abominable (cf. GS nº 51), la eutanasia una práctica infame (cf. GS nº 27), la educación sexual ha de realizarse de una manera positiva y prudente, donde por supuesto no todo vale y mucho menos la corrupción de menores, la fornicación, como dice el Catecismo de la Iglesia Católica «es gravemente contraria a la dignidad de las personas y de la sexualidad humana» (nº 2353).

Desde luego no considero, al contrario que mi Ayuntamiento en su Declaración Institucional que la aprobación del matrimonio igualitario en España, realizada hace ya dieciséis años, sea un hecho histórico de gran simbolismo y menos por supuesto positivo. Más bien, pienso como San Pablo en su Carta a los Romanos 1,18-32 y corrobora el Catecismo de la Iglesia Católica «los actos homosexuales son intrínsecamente desordenados» (nº 2357). Por su parte el cardenal Bergoglio, hoy Papa Francisco, en carta del 20 de Junio del 2010, se opone a la consideración de la unión homosexual como matrimonio, porque está en juego la identidad y la supervivencia de la familia, así como la vida de tantos niños que serán discriminados de antemano privándolos de la maduración humana que Dios quiso se diera con un padre y una madre. Ello además supone un rechazo frontal a la ley de Dios, grabada en nuestros corazones. Incluso afirma: «No seamos ingenuos; no se trata de una simple lucha política, es la pretensión destructiva al plan de Dios. No se trata de un mero proyecto legislativo (éste es sólo el instrumento) sino de una ´´movida´´ del padre de la mentira que pretende confundir y engañar a los hijos de Dios». Es decir lo que se persigue con ello es la destrucción del matrimonio y la familia, para dejar a las personas, y especialmente a los niños, sin puntos de referencia y, por tanto, más fácilmente manipulables.

Supongo que habrá concejales que se consideren católicos: ¿es que no se dan cuenta de la burrada a la que han dado su voto a favor y que como dice el libro de Hechos: «hay que obedecer a Dios antes que a los hombres»? (5,29).

Esta situación se origina porque el hombre ha abandonado a Dios y el ser humano ya no siente la necesidad de ser salvado. El hecho de negar a Dios nos conduce a la soledad y a no entender que estamos aquí para amar a Dios y a los demás, porque como dice Dios en Génesis 2,18: «no es bueno que el hombre esté solo». Cuando se vuelve la espalda a Dios el bien y el mal ya no existen porque el relativismo ha arrasado con todo y así sucede que el bien es el mal y el mal el bien, como sucede con el aborto. Pero Dios se ha hecho hombre para dar sentido a nuestra libertad y enseñarnos el camino hacia la felicidad eterna.

Pedro Trevijano, sacerdote

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