(ReL/InfoCatólica) Michael Lofton nació en Estados Unidos, pero pronto se fue a vivir a Israel con su familia. Su madre se convirtió al judaísmo, y él también practicó la religión judía.
Años después, regresaron a Estados Unidos. Allí, empezó a ir con su padre a una comunidad cristiana, y su padre se bautizó.
Luego, Michael se fue a vivir a Nueva York y empezó a «vivir una vida muy alejada de Dios, una vida muy pecadora, hasta el punto de que ya no quería seguir viviendo. Pero Dios, en su gracia, me envió algunas personas para que me ayudaran. Una de ellas me dio una Biblia y la leí entera en un mes. La Biblia me cambió la vida profundamente. Ya no fui el mismo a partir de entonces».
Estudió sobre la Iglesia primitiva
Tiempo después, Michael regresó a Luisiana para estar cerca de su padre e ir a la universidad. «Empecé a estudiar la historia de la Iglesia primitiva. Por entonces, iba a una iglesia baptista. Pensé que debía bautizarme, porque tenía una hija y quería bautizarla. Por eso, me hice presbiteriano.
Encontrando la doctrina católica en los primeros padres
Seguí estudiando la historia de la Iglesia, y me di cuenta de que las comunidades protestantes no enseñaban lo mismo que yo encontraba en los santos padres de la Iglesia primitiva».
Michael veía que los textos de los santos padres hablaban de la Eucaristía, de la Virgen María, de la autoridad del Papa... Y «me di cuenta de que tenía que estar unido a una Iglesia que enseñara todo esto, para así estar conectado con los Apóstoles y sus sucesores. Pensé un poco en el anglicanismo, en los ortodoxos, pero encontré dificultades con ellos. Por eso, empecé a estudiar el catolicismo».
Iglesia por Madre, Dios por Padre
Relata que, estudiando sobre todo la historia y la doctrina del papado, se dio cuenta de que «necesitaba hacerme católico». Empezó a ir a una parroquia católica, a recibir formación católica en 2012, a través del Rito de Iniciación Cristiana para Adultos –en inglés, Rite of Christian Initiation of Adults (RCIA).
«Me di cuenta de que tienes que amar al Cristo total: no sólo la Cabeza, Jesús, sino también su Cuerpo, la Iglesia. Si no tienes a la Iglesia por Madre, no tienes a Dios como Padre. Con esto no quiero decir que los baptistas o los presbiterianos no amen a Cristo, pero le aman de forma imperfecta, incompleta».
Conexión con los Apóstoles
Michael se dio cuenta de que la Iglesia verdadera tenía que ser la que estuviera conectada en su magisterio desde el día de hoy hasta los Apóstoles, de forma continuada. «Si no puedes conectar a tus líderes con los Apóstoles, tienes una iglesia que fue creada entre medias».
Añade que los sacerdotes católicos le ayudaron mucho en su conversión, pues «me mostraron la continuidad que había entre lo que la Iglesia enseña ahora y lo que enseñaban los primeros cristianos. Me mostraron el puente que hay entre los Apóstoles y los obispos de hoy».
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