Los desaparecidos que no cuentan

En nuestra Argentina agrietada por el odio, la violencia y la sed de venganza, uno de los debates recurrentes es sobre el número exacto de desaparecidos, en el último gobierno militar, de 1976 a 1983. Pasaron cuarenta años, y muy lejos estamos aun de la definitiva reconciliación nacional. Para ello bien vendría –lo venimos repitiendo, con insistencia- un amplio olvido y perdón, borrón y cuenta nueva, que con un generoso indulto y amnistía tienda un manto de pacificación; y deje en libertad a los militares presos (en su gran mayoría ancianos, sometidos a indignísimas condiciones de detención), ya que los guerrilleros están todos libres, y con altos cargos y sueldos del Estado.

 Desde la izquierda revanchista y los organismos de derechos humanos se impuso, ideológicamente, un número redondo, indiscutible y obligatorio, de 30.000. Igualmente, desde otras estructuras, públicas y privadas, la cifra es muy inferior, y no llega a los cinco dígitos. Recomiendo, vivamente, el lúcido artículo que acaba de publicar nuestro Arzobispo de La Plata, Mons. Héctor Aguer, 29.999. Revisionismo y revisión de la historia, sobre el número oficial que busca imponerse por ley. Allí destaca que «todo se mezcla: ideología, rencor, aspiraciones políticas y dinero; algunas tragedias también son negocio».

Lo cierto es que, sumergidos en un debate sin fin, que sigue matando nuestro presente, e hipotecando nuestro futuro, nos olvidamos de muchos otros desaparecidos; que tampoco tienen sitio oficial de sepultura, lápida y nombre: los niños abortados. Ellos no encienden polémicas tan ardientes como las de los años setenta; pero son una herida abierta y permanentemente sangrante, en nuestra Argentina humillada por propios y extraños.

 No se conocen estadísticas serias sobre los niños abortados en nuestro país. El feminismo marxista y la ideología de género, con sus cifras manipuladas e inverosímiles, solo hablan de la presunta cantidad de madres muertas durante los abortos clandestinos; y callan, a propósito, que también en esos casos mueren u otra mujer o un varón, según sea el sexo de los niños que son matados. También allí está el siniestro negocio de la oligarquía mundialista, del Nuevo desOrden Mundial, y el narco-porno-liberal-socialismo del siglo XXI, y sus nefastas políticas antinatalistas.

 Patético contubernio de la supuesta derecha y la supuesta izquierda: en la agenda antivida y antifamilia están siempre de acuerdo; votan las mismas leyes y persiguen, con idéntica saña, a los auténticos opositores. Mientras ellos se turnan en el poder, los multimillonarios titiriteros que los manejan muestran toda su ferocidad; especialmente contra los países pobres de Hispanoamérica, África y Asia. Claro está, todo disfrazado de palabritas mágicas como democracia, libertad, derechos humanos, salud de la mujer, derechos sexuales, salud reproductiva, y una serie de eufemismos con los que ocultan –cada vez menos, pues van quedando al descubierto- su antropófago imperialismo.

El recientemente fallecido padre Juan Claudio Sanahuja -sobre el que todavía estamos esperando un verdadero homenaje; especialmente del Opus Dei, al que perteneció- lo advirtió de manera contundente en su libro «Poder global y religión universal», de obligatoria lectura. Aborto, eutanasia, promiscuidad, promoción de las prácticas y uniones homosexuales, y exterminio del matrimonio y la familia son constitutivos de la reingeniería social, con la que quieren liquidar, definitivamente, lo poco que queda de civilización cristiana. Y, detrás de ello, está todo el poder real del dinero, como la Fundación Bill y Melinda Gates; Mark Zuckerberg, de facebook; y otros que ni aparecen, y operan en las sombras.

 Queremos, ciertamente, que nunca más haya desaparecidos. Para ello, claro está, necesitamos convertirnos en guerreros de la vida; de toda vida humana, pues ante Dios no existen las personas descartables. Y ello se logrará el día en que busquemos, en serio, el Reinado Social de Cristo. Solo entonces dejaremos de postrarnos ante los amos del mundo. Solo entonces dejaremos de ser los peores esclavos; de los que se creen libres…

+ Padre Christian VIÑA

LA PLATA, miércoles 21 de junio de 2017.

San Luis Gonzaga; dignísimo modelo de pureza.

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