Con ocasión del viaje apostólico del Papa Francisco a Chile y Perú, el instituto de estudios Latinobarómetro ha adelantado la publicación de los datos de 2017, y realizado un zoom sobre Chile y la «valoración» del Papa. Me da a mí que con algo de mala leche, cuanto menos oportunismo.
Los datos son tremendos, tristes frutos de las Conferencias de Medellín y de Puebla, de las que este año recordaremos el 50º y 39º aniversario respectivamente. Sólo presento datos, las consideraciones las haré en otro momento.
Al margen de las dudas metodológicas que se puedan tener sobre el Latinobarómetro, es innegable la tendencia descendente (yo, por ejemplo, tengo dudas de que en 4 años, salvo cataclismos, se «pierda» un 10% de católicos como en el caso de Honduras).
El gráfico que ilustra este artículo es la página 17 del estudio «El Papa Francisco y la Religión en Chile y América Latina. Latinobarómetro 1995-2017» que ofrece una visión más terrorífica aún si se compara con los datos de práctica religiosa (página 23)
Por ofrecer un dato de contraste, el CIS de noviembre de 2017 (página 26) arroja que en España se considera católico el 69%, por lo que la explicación no hay que buscarla mayoritariamente en un simple aumento del nivel de vida y de vida urbana, como apunta a directora de Latinobarómetro, que cree que «el desencanto general con la religión católica en América Latina se debe al descenso de la pobreza y la aparición de una clase media más individualista que se aleja de las instituciones».
Y más aún, cuando se observa que en muchos países el destino de muchos de esos católicos que dicen que han dejado de serlo se encuentra en el «protestantismo» (en sentido amplio). Los hechos parecen darle la razón al pastor presbiteriano C. Fabio d’Araujo cuando cínicamente dijo lo de que «la Iglesia católica optó por los pobres, pero los pobres optaron por los evangélicos», porque la gente busca que se le hable de Dios, porque se les ha robado la belleza, se les esconde la Liturgia, se les presenta un buenismo anticristiano. Normal que vayan a buscarlo a otros lados cuando se sienten estafados. Y también, no nos engañemos, porque muchas sectas protestantes con su Teología de la prosperidad y bastantes dólares ayudan a tomar malas decisiones.
Viendo los datos, parece que la solución a la Teología de la Liberación y a parte de la Teología del Pueblo vendrá de la biología…, la extinción.
¿La solución? Pues la de siempre, la única: santidad personal, plena correspondencia a la Gracia. Porque seguro que más de uno es rápido en encontrar «culpables» y no «responsables»,
Benedicto XVI señalaba en 2012 la actitud de los apóstoles esperando «Pentecostés»:
[…], se observa una actitud subyacente importante: ante el peligro, la dificultad, la amenaza, la primera comunidad cristiana no trata de hacer un análisis sobre cómo reaccionar, encontrar estrategias de cómo defenderse a sí mismos, o qué medidas tomar, sino que ante la prueba empiezan a rezar, se ponen en contacto con Dios.
A veces nos preguntamos qué podemos hacer y se nos olvida lo obvio, lo importante.
Nuestra Madre de Guadalupe, Emperatriz de las Américas. Ruega por nosotros.
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