Hoy nosotros invitamos a todos los hombres de la tierra a glorificar junto a la Iglesia al Creador y Benefactor con las palabras «Cantad al Señor de toda la tierra» (Himno del primer canto del canon de Navidad).
El Dios de bondad, que ama su creación, envía a su Hijo, el Mesías tanto tiempo esperado, para que cumpla la obra de nuestra salvación. El Hijo de Dios, que está en el seno del Padre (Jn 1,18), se hizo Hijo del Hombre y viene a nuestro mundo, para redimirnos con su sangre del pecado, para que el aguijón de la muerte no deje al hombre en la angustia.
Nosotros sabemos que los Magos en adoración llevan a Cristo dones. ¿Qué don podemos llevar nosotros al Divino Maestro? Aquel que Él mismo nos pide: Dame tu corazón, hijo mío y gusten tus ojos mis caminos (Prov. 23,26). ¿Qué significa dar el corazón a Dios? El corazón es el símbolo de la vida. Si deja de batir, el hombre muere. Dar a dios el corazón significa consagrar a Él la vida. La consagración no significa renunciar a todo lo nosotros poseemos; nosotros estamos llamados sólo a alejar del corazón lo que impida la Presencia de Dios en nosotros. Cuando todos los pensamientos están ocupados únicamente en el propio «yo», cuando en el corazón no hay lugar para el prójimo, entonces el Señor no encuentra lugar dentro de nosotros. La presencia del prójimo en el corazón ante todo de nuestra capacidad de compartir el sufrimiento del otro y apoyarlo con actos de misericordia…
El señor nos invita a observar Sus caminos. Observar los caminos del Señor significa ver la presencia divina en la propia vida y en la historia humana: ver ya sea la manifestación del amor divino, ya sea su justa ira.
El año transcurrido en la vida de nuestro pueblo estuvo lleno de conmemoraciones de los trágicos acontecimientos del S. XX y del inicio de las persecuciones contra la fe. Hemos recordado a los nuevos mártires y a los confesores, que han testimoniado con valentía la propia dedicación a Cristo. Hasta en este tiempo terrible para el país, el señor demostró a nosotros Su amor: después de la forzada interrupción de dos siglos fue restaurado el patriarcado en Tierra Rusa y la Iglesia en el terrible tiempo de la prueba adquirió en la persona del Patriarca Tikhon, elegido como Supremo Pastor, un guía sabio y valiente, gracias al cual han podido atravesar las pruebas más duras…
Ahora estamos viviendo un período particular: los sufrimientos no han dejado el mundo, cada día escuchamos sobre guerras y sobre rumores de guerras (v. Mt 24,6) ¡Sin embargo el amor divino se derrama sobre el género humanos! El mundo sobrevive no obstante los asaltos del maligno y el amor humano, los valores de la familia resisten, no obstante los increíbles esfuerzos para destruirlos definitivamente, para profanarlos y corromperlos…
La fe en Dios está viva en los corazones de la mayoría de las personas. Y nuestra Iglesia, no obstante los decenios de persecución del reciente pasado y la utilización actual de los mecanismos de subversión de su autoridad, fue, permanece y será siempre el lugar del encuentro con Cristo.
Nosotros creemos que a través de las pruebas actuales, los pueblos históricos de la Rus´ conservarán y renovarán la propia unión espiritual, se convertirán materialmente en bienestar y socialmente en progreso.
Que pueda este año ser pacífico y fructífero para nuestro pueblo, para los pueblos históricos de la Rus´ y para todos los pueblos de la tierra. Que el Divino Niño que nace en Belén nos ayude a reforzarnos en la esperanza, a vencer el temor y a través de la fe experiencia de la energía del amor Divino, que transfigura la vida humana.
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