Los católicos no somos ciudadanos de segunda división por ser católicos. Y la fe, si es bien vivida, afecta a todos los ámbitos de la persona, también a su dimensión social y política. El cristiano vive en el mundo y la fe cristiana convertida en caridad política debe influir en las decisiones que tomamos en los campos del interés general, la convivencia entre todos, la justicia en el mundo.
Hay quienes piensan que una cosa es la fe y la vida cristiana y otra cosa es la vida pública y la vida política. Pueden distinguirse, claro. Pero la persona que vive su fe de verdad se da cuenta de que esa luz potente de la fe le ayuda al discernimiento de sus decisiones públicas y políticas. La fe y la moral cristiana influyen en la decisión del voto que depositamos en las urnas.
En estas elecciones está en juego de manera especial el futuro de nuestro país. El hecho de no haber conseguido un acuerdo entre las distintas fuerzas políticas para gobernar es un factor preocupante, que nos debe hacer reflexionar a todos. Nuestros políticos no han sido capaces de llegar a un acuerdo de gobierno, tan necesario para la paz, el progreso, la convivencia, la justicia, la libertad y los derechos ciudadanos. Por eso, vamos a otras elecciones en el transcurso de pocos meses.
Vivimos no sólo una época de cambios, sino un verdadero cambio de época, como recuerda con frecuencia Papa Francisco. Y mirando el futuro de la humanidad, hay puntos clave que conviene apuntalar:
1.- La libertad como conquista humana y base de otros muchos derechos. Y entre ellos, la libertad religiosa, es decir, la libertad de confesar la propia fe en privado y en público, la libertad de elegir el tipo de educación que se prefiera para los hijos, que son hijos de los padres antes que del Estado. La obligación de la administración a proveer esa libertad en el culto, en la educación, en la convivencia, etc.
2. El respeto por la vida desde su concepción, porque ya hay un ser humano, hasta su muerte natural sin cortarla artificialmente. El respeto a toda vida vulnerable y frágil, antes que eliminarla.
3. Favorecer la familia y la vida. La familia no es un problema, es la solución. Una familia estable, formada por el hombre y la mujer abiertos generosamente a la vida. Donde se fomenta la natalidad para superar este invierno demográfico asolador, los hijos nacen por la generosidad de los padres, donde crecen sanos de cuerpo y alma, son educados según las convicciones de los padres. Una familia donde los abuelos son respetados, como memoria del pasado que construye el presente y el futuro.
4. La promoción de puestos de trabajo, de manera que todos tengan acceso a un trabajo digno y estable, con el que subsistir y ayudar a su familia. El acceso a una vivienda digna, que no hipoteque la vida entera de los padres. Acceso al trabajo por parte de los jóvenes, cuando tantos tienen que emigrar. Promover la iniciativa empresarial con apoyo a los jóvenes emprendedores.
5. Un reparto más justo de la riqueza, atendiendo a los más desfavorecidos. La acogida a los migrantes y refugiados, compartiendo con ellos lo que nosotros ya tenemos.
6. La lucha contra la corrupción, sobre todo en la administración pública del dinero de todos. La corrección de ganancias exageradas o pelotazos, a costa del trabajo de otros.
Estas y otras exigencias han de ser tenidas en cuenta al depositar nuestro voto. Participemos, es un derecho y una obligación ciudadana. Sepamos a quien votamos. Le pedimos a Dios que se desbloquee la situación en la que nos encontramos, para bien de todos.
Recibid mi afecto y mi bendición:
+ Demetrio
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