(Asia News/InfoCatólica) En una conferencia de prensa Abdul Hamid Bador, inspector general de la policía, explicó que además de los rohinyás han sido detenidos un ciudadano malasio y otro indonesio.
Los arrestos son el resultado de dos operativos llevados a cabo por las fuerzas de seguridad de Kuala Lumpur y Terengganu, entre el 5 y el 7 de mayo pasados. La policía también se hizo con armas, munición y seis artefactos explosivos.
Abdul Hamid reveló a los periodistas que la célula recibía órdenes de Siria. Quien las impartía era otro ciudadano malasio, cuya identidad aún está siendo investigada. «Este individuo puso en marcha los ataques, que estaban siendo planificados desde el pasado mes de enero. Las comunicaciones se daban a través de WhatsApp», declaró.
Los cuatro terroristas pretendían vengar la muerte de un bombero musulmán de etnia malaya, muerto en noviembre pasado durante los enfrentamientos sectarios en un templo hindú de Subang Jaya (Selangor). La célula estaba lista para entrar en acción durante la primera semana del Ramadán.
Uno de los sospechosos rohinyás que se encuentra bajo custodia es un joven de 20 años, titular de un documento para refugiados emitido por las Naciones Unidas (ONU). El joven admitió que apoyaba al Arakan Rohingya Salvation Army, el grupo armado de sello islamista opera en el Estado de Rakhine (Myanmar). Los rebeldes islámicos son los responsables del inicio de los episodios de violencia, que han empujado a más de 700.000 rohinyás a huir al otro lado de la frontera, rumbo a Bangladesh. «[El sospechoso] pretendía atacar la embajada de Myanmar en Kuala Lumpur», afirmó Abdul Hamid. El otro rohinyá arrestado tiene 25 años y forma parte de una facción local del Estado islámico (EI).
Nación mayoritariamente islámica, Malasia es vista como un refugio seguro en el sudeste asiático para los rohinyás que huyen de Myanmar. Según el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (UNHCR), el país acoge al menos a 92.000 de ellos; sin embargo, algunas ONGs afirman que el número real giraría en torno a los 200.000.
El año pasado, el ministro de Defensa de Kuala Lumpur, Mohamad Sabu, expresó su temor ante la posibilidad de que los expatriados rohinyás fueran atraídos por ideologías extremistas. «Estamos preocupados -declaró- ante la posibilidad de que sean manipulados, para luego convertirse en terroristas suicidas, o de que sean reclutados en células terroristas».
La radicalización de la minoría étnica, que comenzó hacia fines de los año ‘70, halla un terreno fértil en una población de refugiados permanentes. Hay analistas que denuncian que los refugiados rohinyás son cortejados por grupos islamistas del Oriente Medio y de Asia del Sur: la dinámica puede transformar a las personas hacinadas en la frontera entre Bangladés y Myanmar en un nuevo vórtice de inestabilidad para la región.
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