(Gaudium Press) En un artículo publicado en el portal de la diócesis, el prelado asegura que no es posible saber «cuánto tiempo durará la pandemia del coronavirus, ni cuántos días todavía tendremos que oír el boletín de las muertes, los infectados y los recuperados. ¿Qué ocurriría si lo mismo fuese hecho para los más de seis millones de abortos legalizados en todo el mundo? Esa también es una pandemia que mata la consciencia de aquellos que la practican y la de los gobernantes que, al legislar, pretenden eliminar el horror del asesinato».
Legalización del aborto no significa moralización del aborto
El obispo continúa explicando su posición:
«Legalizar no significa para nada moralizar una acción que es contra la vida: se dice popularmente que [el aborto] clama venganza delante de Dios; ¡y bien, es así! El heroísmo de todos aquellos que hacen lo posible para salvar la vida de otras personas con el riesgo propio es más edificante. Eso enuncia que el mal no tiene la última palabra. De la catástrofe y los escombros de esta pandemia, debemos esperar el despertar de esos valores humanos y cristianos, de amor y solidaridad, de altruismo y generosidad, de compasión y ternura, adormecidos, pero no desaparecidos: son y continúan siendo la marca de la mano de Dios que él quería crear al hombre a su imagen, semejanza y sueños de nuevos hombres para una nueva sociedad».
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