Las empresas chinas tomar el lugar de la dictadura para mantener de facto la política de hijo único

(Asia News) Una industria de la ciudad de Changchun (Jilin, en el noreste) impuso a sus empleadas que han de comunicar a los directivos, con un año de antelación, el deseo de ser madres. El pedido se vio motivado por «la imposibilidad» de reemplazar a las futuras madres durante la licencia por maternidad, pero no especifica si la dirección podrá rechazar dicha comunicación.

Se trata de la enésima restricción al desarrollo de las familias en el país. Aunque el gobierno ha «aligerado» la política del hijo único, se multiplican las noticias que hablan acerca de abusos (tolerados por las autoridades) que son sufridos por las parejas que quieren ser padres. En la mira se hallan fundamentalmente las futuras madres, que corren el riesgo de ser despedidas e incluso de tener causas laborales.

La noticia de la industria de Changchun fue publicada por el periódico estatal New Culture, y fue ampliamente destacada en las redes sociales. Miles de personas reaccionaron en Sina Weibo, un sitio de microblogging chino sumamente popular: «No veo el beneficio para las empresas -escribe un usuario-, mientras que sí es evidente el intento de obstaculizar el empleo femenino». Algunos hombres también comparten este punto de vista: «No queremos que los empleadores sean cada vez más reticentes a contratar mujeres».

Pero no todos están de acuerdo. Una mujer, asidua usuaria de la plataforma, escribe: «Debo decir que, desde que el gobierno introdujo la política del segundo hijo, en mi ámbito de trabajo ahora hay más de 12 mujeres encintas. Las limitaciones a la maternidad serían algo bueno». La directora de recursos humanos de la industria incriminada, la señora Zheng, no dice cuál es el nombre de su lugar de trabajo, pero explica: «Nosotros hemos de considerar ante todo los intereses de la empresa. Con la caída de la economía, es imposible asumir personas para reemplazar a las operarias que están encinta, así como es imposible sobrecargar las unidades de trabajo porque alguien se va por meses».

Desde 1979 en adelante China ha implementado -a menudo con violencia- la política de un solo hijo por familia, para concentrar a la nación en el desarrollo económico. A continuación, se permitió a los grupos étnicos que tuvieran dos hijos, y a los campesinos que tuvieran dos, en el caso de que el primero fuera niña. La implementación de la ley era a menudo violenta, con multas onerosas contra quienes la violaban, llegando a esterilizaciones forzadas y a abortos producidos incluso a los nueve meses de embarazo.

Entre el 2013 y el 2014 el gobierno «aligeró» la ley, y consintió a algunas parejas (aquellas en las que al menos uno de los conyuges es «hijo único por ley») tener un segundo hijo. De las 11 millones de parejas que entran en esta casuística, solo 1,45 millones han solicitado acceder al privilegio que les fuera concedido. Y de los 20 millones de neonatos esperados por Beijing en el 2014, han nacido solamente 16,9 millones.

Este desequilibrio, explican los expertos, nace de decenios de influencia política contraria a la natalidad, del aumento del costo de vida y de la dificultad de encontrar un trabajo digno con un salario que esté en grado de sostener a una familia numerosa. A tal punto ha llegado esto, que la tasa de natalidad de China se ha detenido en 1,18 hijos por pareja, frente a un promedio mundial que es de 2, 5.

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