(Zenit) Durante la rueda de prensa para presentar el evento, Mons. Jean-Marie Mupendawatu, secretario del dicasterio, ha subrayado la necesidad de estudiar la situación y promover tanto la prevención y la información como la asistencia a las personas afectadas asegurándoles la posterior reinserción social. Asimismo ha precisado que en este Congreso participarán más de 230 investigadores, trabajadores voluntarios y profesionales y ex enfermos, procedentes de más de 45 países de los cinco continentes. Todos ellos estarán presentes el próximo fin de semana en el Jubileo de los enfermos, que concluirá el domingo en la plaza de San Pedro con la misa presidida por el Papa.
Por su parte, el padre Augusto Chendi, M.I., subsecretario del dicasterio ha recordado que en sus dos mil años de historia, la Iglesia no ha faltado nunca en su presencia junto con las personas enfermas y sobre todo aquellos golpeados por la lepra. Por eso, este Congreso pretende «proponer de nuevo ese gesto evangélico de Jesús, es decir, ‘tocar’ la realidad compleja de las personas afectadas por la lepra». Una enfermedad muy antigua y temida –ha precisado– que obligaba, y lamentablemente todavía hoy, a quien la padece a una marginación tal que causa una muerte social antes incluso que la física. Del mismo modo ha explicado que el Congreso, con una renovada toma de conciencia de los distintos problemas que giran alrededor de las personas enfermas de lepra, pretende, por tanto, proponer de nuevo este sencillo gesto del «tocar» y del «acoger».
Es curable
De hecho, el subsecretario ha observado que hoy, aunque la enfermedad es perfectamente curable, a menudo está todavía acompañada por un pesado estigma social: las personas que lo sufren, también cuando están completamente sanadas, son consideradas «diferentes» y socialmente marginadas.
Por otro lado ha explicado que la lepra permanece extendida entre los pobres de los países menos avanzados, que son también los que tienen más dificultad para acceder a los cuidados.
Al respecto ha asegurado que el compromiso contra la lepra no debe limitarse a la dimensión médica, sino por las personas directamente afectadas como para sus familias, debe implicar también los aspectos sociales, con el fin de «eliminar en la medida de lo posible las causas profundas de la enfermedad». Es decir, pobreza y subdesarrollo, individuar y cuidar precozmente las personas que padecen la enfermedad; informar y educar a la población para cancelar el estigma social, por desgracia todavía muy arraigado y persistente.
En esta misma línea, ha recordado que la Iglesia, sin énfasis y sin buscar notoriedad efímera ha desarrollado una tarea no solo de cuidado, sino también de «solidaridad» y de «ternura» así como de denuncia social.
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