(AIN) Mons. Ortega fue ordenado sacerdote el 28 de abril de 1990 en Madrid, por el entonces arzobispo y cardenal Ángel Suquía. Tras varios años sirviendo como tal en una parroquia del barrio de Carabanchel, fue enviado a la Academia Eclesiástica para formarse como diplomático de la Santa Sede. Sus destinos han sido Nicaragua, Sudáfrica y Líbano, para después pasar a la sección para las Relaciones con los Estados de la Secretaría de Estado Vaticana, donde ha seguido de cerca la situación de Oriente Medio.
Destaca de su misión como Nuncio, además de su labor diplomática, elpoder estar en contacto con la Iglesia de Irak y aprender de las personas que están siendo perseguidas por su fe. La comunidad cristiana de Irak se ha visto mermada desde el 2003, con la caída de Saddam Husein. Han pasado de ser 1,5 millones a apenas unos 300.000. «Ahora el principal reto es que los cristianos puedan continuar en Irak contribuyendo al bien común.»
El servicio social de los cristianos y sus instituciones es muy apreciado en Oriente Medio. «Qué labor tan buena hacen las escuelas católicas, a las que AIN está apoyando tanto en Irak. Es importantísimo porque a ellas también van alumnos musulmanes que luego crecen con una visión más abierta.», reconoce Ortega. «Los cristianos aunque pocos en número siempre han cumplido un papel muy importante. Son un factor de estabilidad, de unidad. Son puentes de reconciliación, de paz, de respeto de los Derechos Humanos y defensa de la dignidad de la persona.»
En el caso de Jordania, el prelado reconoce que «quizá sea el país más estable de la región y a ello contribuye mucho la figura del rey Abdalá II que siempre ha hablado públicamente de la importancia de los cristianos para el país y la región». Según un último censo oficial realizado el año pasado, en el reino hachemita hay 9 millones de habitantes de los cuales 3 son refugiados«hay que reconocer la capacidad de acogida de Jordania aunque recientemente haya cerrado sus fronteras». También en el país la Iglesia desempeña una labor social abierta a todos, también los musulmanes.
Para Mons. Alberto Ortega se debe favorecer que los cristianos no se vayan de sus países, o al menos que se queden en la región. «Muchos refugiados van a volver. Especialmente aquellos que tienen menos recursos y están en los países de la zona. Desgraciadamente los que se van más lejos, se tiene la experiencia de que no vuelven.» Nos encontramos ante el riesgo del fin del Cristianismo en una región donde nació la fe cristiana. «Sería muy triste una Tierra Santa sin cristianos. Es una zona muy necesitada de paz. La presencia cristiana es un factor de estabilidad. Los cristianos han ayudado históricamente, por ejemplo durante el llamado Renacimiento Árabe.» Aunque respeta que muchos quieran irse, «si los cristianos se quedan tienen que tener las condiciones adecuadas, trabajo, seguridad, estabilidad.»
El diplomático defiende el llamado «derecho de retorno: que toda persona tiene el derecho y debería ser ayudada a volver a sus casas de donde fueron injustamente echados.» Y ve el futuro como un gran reto al que la Iglesia también debe responder con gran ánimo, «como ha dicho el Papa: la Igleisa vence al mal con el bien, siendo testimonio sencillo, dialogando sinceramente con los hermanos y sirviendo a los hermanos, sin hacer ruido.»
Por último, ha dado las gracias a Ayuda a la Iglesia Necesitada por su labor en la región, especialmente en Siria y en Irak. «Hasta donde yo puedo conocer, son los que más ayudan con diferencia. Financian casi la totalidad de alquiler de casas para refugiados en Ankawa, el barrio cristiano de Erbil. He estado allí y he visto cómo se reparten alimentos. La ayuda llega, y es muy importante. Y además tratan de seguir un acompañamiento, para que los proyectos se lleven a cabo bien y sirvan para el desarrollo de las personas».
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