(Catholic Herald/InfoCatólica) Fr. Aidan Nichols, autor prolífico y conferenciante en Oxford y Cambridge, así como en el Angelicum en Roma, dijo que la exhortación Amoris Laetitia del papa Francisco ha llevado a una situación «extremadamente grave».
El religioso ha propuesto que, dadas las declaraciones del Papa sobre temas como el matrimonio y la ley moral, la Iglesia necesita «un procedimiento para convocar a un Papa que enseña el error».
El teólogo dominico dijo que este procedimiento podría ser menos «conflictivo» si tuviera lugar durante un futuro pontificado, tal como ocurrió con el Papa Honorio, que fue condenado por herejía años después de fallecer tras haber ocupado la cátedra de Pedro.
El P. Nichols realizó esta propuesta al intervenir en la conferencia anual en Cuddesdon, organizada por una sociedad ecuménica, la Comunidad de San Alban y San Sergio, y se dirigió a una audiencia en gran medida no católica.
Indicó que el proceso judicial «disuadiría a los papas de cualquier tendencia a la obstinación doctrinal o simple negligencia», y respondería a algunas «ansiedades ecuménicas» de anglicanos, ortodoxos y otros cristianos, que temen que el Papa tenga carta blanca para imponer cualquier enseñanza. «De hecho, puede ser que la actual crisis del magisterio romano esté providencialmente destinada a llamar la atención sobre los límites de la primacía en este sentido».
El P. Nichols ha escrito más de 40 libros de filosofía, teología, apologética y crítica. En 2006 fue nombrado primer profesor de la Universidad de Oxford desde la Reforma en la teología católica.
No ha hecho comentarios públicos sobre Amoris Laetitia hasta ahora, pero fue signatario de una carta filtrada de 45 sacerdotes y teólogos al Colegio de Cardenales. La carta pedía a los cardenales que solicitaran una aclaración del Papa para descartar interpretaciones heréticas y erróneas de la exhortación.
En su artículo, el padre Nichols menciona algunas de las preocupaciones de dicha carta: por ejemplo, que Amoris Laetitia podía dar a entender que la vida monástica no es un estado superiro al matrimonio, una opinión condenada como herética por el Concilio de Trento .
La exhortación también ha sido interpretada en el sentido de que los divorciados y vueltos a casar pueden recibir la Comunión sin esforzarse por vivir «como hermano y hermana». Esto contradice la enseñanza perenne de la Iglesia, reafirmada por los Papas San Juan Pablo II y Benedicto XVI.
El P. Nichols dijo que esta interpretación, que el Papa Francisco ha aprobado, introducirá en la Iglesia «un estado de vida sin precedentes. Dicho sin rodeos, este estado de vida es el de concubinato tolerado»
Además, el P. Nichols añadió que la forma en que Amoris Laetitia defendía el «concubinato tolerado» (sin usar la frase) era potencialmente aún más perjudicial. Citó la descripción de la exhortación de una conciencia que «reconoce que una situación dada no corresponde objetivamente a las exigencias del Evangelio», sino que ve «con cierta seguridad moral ... lo que por ahora es la respuesta más generosa». Es decir, «que las acciones condenadas por la ley de Cristo pueden a veces ser moralmente correctas o incluso, de hecho, solicitadas por Dios».
Esto contradice la enseñanza de la Iglesia de que algunos actos son siempre moralmente erróneos, dijo el P. Nichols.
También llamó la atención sobre el párrafo de Amoris Laetitia que afirma que «un sujeto, aun conociendo bien la norma, puede tener una gran dificultad para comprender «los valores inherentes a la norma» o puede estar en condiciones concretas que no le permiten obrar de manera diferente y tomar otras decisiones sin una nueva culpa».
El P. Nichols señaló que el Concilio de Trento había condenado solemnemente la idea de que «es imposible al hombre aun justificado y constituido en gracia, observar los mandamientos de Dios» (Nota de InfoCatólica. Canon XVII sobre la justificación). Amoris Laetitia, por el contrario, asegura que no siempre es posible o incluso recomendable seguir la ley moral.
Si tales afirmaciones generales sobre los actos morales fueran correctas, dijo Nichols, «entonces ningún área de la moral cristiana puede permanecer ilesa».
A su vez, dijo que sería preferible pensar que el Papa había sido meramente «negligente» en su lenguaje, en lugar de enseñar activamente el error. Pero esto parecía dudoso, dados los informes de que la Congregación para la Doctrina de la Fe había sugerido correcciones a Amoris Laetitia, y fueron ignoradas.
El cardenal Raymond Burke ha hablado públicamente de la posibilidad de una corrección formal al Papa. Sin embargo, el P. Nichols dijo que ni los Códigos de Derecho Canónico Occidental ni Oriental contienen un procedimiento «para investigar el caso de un Papa que se cree que ha enseñado error doctrinal, y mucho menos hay provisión para un juicio».
El P. Nichols observó que la tradición del derecho canónico es que «la primera sede no es juzgada por nadie». Pero a su vez añadió que el Concilio Vaticano I había restringido la doctrina de la infalibilidad papal, de modo que la postura católica no es que un Papa no pueda conducir al error a los fieles mediante una enseñanza falsa como maestro público.
«Él puede ser el juez supremo de apelación de la Cristiandad ... pero eso no lo hace inmune a perpetrar errores doctrinales garrafales. Sorprendentemente, o tal vez no tan sorprendentemente dada la piedad que ha rodeado las figuras de los papas desde el pontificado de Pío IX, este hecho parece ser desconocido por muchos de los que deberían saberlo mejor». Dado los límites de la infalibilidad papal, el derecho canónico podría ser capaz de acomodar un procedimiento formal para indagar si un papa había enseñado error.
El P. Nichols dijo que las conferencias episcopales han sido lentas en apoyar al Papa Francisco, probablemente porque estaban divididas entre sí; y añadió que el programa del Papa no habría llegado tan lejos como lo ha hecho si no fuera porque desde hace cierto tiempo se han nombrado para altos cargos en el episcopado mundial y en la curia romana a teólogos liberales (modernistas).
El P. Nichols aseguró que existe «un peligro de posible cisma», pero que le parece improbable que se dé, y en todo caso no es un peligro tan inmediato como «la propagación de una herejía moral». La visión que aparentemente contiene Amoris Laetitia, si no es corregida, «serría considerada cada vez más como una opinión teológica aceptable. Y eso hará más daño de lo que pueda ser reparado fácilmente»
Por último, concluyó que la ley de la Iglesia seguirá viva, gracias a «quienes dan vida a la ley a través de la fidelidad en el amor».
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