(Gaudium Press/InfoCatólica) El P. Giorgio Pontiggia podría considerarse un ejemplo del crecimiento de la Iglesia en África. Este sacerdote salesiano ha admitido en la Iglesia él solo a más de 7.500 personas a través del Sacramento del Bautismo en once años de misión en Gabella, Etiopía. Además del crecimiento espiritual, el sacerdote ha edificado junto a su comunidad varias capillas para el culto de los nuevos fieles.
«Cuando llegué once años atrás, encontré cerca de 40 católicos», relató el P. Pontiggia a la Agencia de Información Salesiana. «Después de un año, comencé a administrar bautismos de nuevo. De poco en poco, con una situación relativamente en calma y las muchas actividades creadas en y alrededor de la parroquia, la vida de la comunidad católica fue revitalizada». Para la Vigilia Pascual de 2017, la cifra de bautizados por el misionero alcanzó los 7.569.
El misionero recibió hace tres años el apoyo de un nuevo misionero, el P. Filippo Perin. Con su ayuda y el apoyo de las Misiones Don Bosco, la parroquia ha crecido para presentar en la actualidad un templo y una casa cural, además de 11 capillas construidas con los pobladores con las técnicas locales de edificación con barro, en una región duramente afectada por la pobreza.
El misionero asumió esta tarea a la edad de 47 años, después de haber vivido como religioso en los oratorios del área de Sesto San Giovanni, Milán y Chiari, en Italia y servir en una escuela para niños discapacitados. Su contacto con la joven población de Etiopía le ha dado una nueva juventud, siguiendo el carisma especial de su congregación. «Ellos son los protagonistas de la misión», afirmó. «Tienen una fuerza y entusiasmo increíbles y transmiten alegría y deseos de vivir, no sólo los pequeños. Incluso cuando crecen, ellos asisten frecuentemente a nuestro oratorio, participan en nuestras Misas, viven con nosotros».
La huella de la labor de los misioneros permanece con los pobladores por mucho tiempo. «Incluso cuando se mudan a otras partes, siempre vuelven a visitarnos», expresó el P. Pontiggia. «Estos jóvenes son una gran esperanza para el futuro».
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