Papa Francisco: «No hacer mal no es suficiente»

(Zenit) Celebrando la Misa en la Basílica de San Pedro el 19 de noviembre de 2017, el Papa ha subrayado: «Esta elección está delante de nosotros: vivir para tener en la tierra o dar para ganar el cielo».

El Papa ha presidido una celebración, rodeado de unos 6.000-7.000 pobres acompañados por organizaciones caritativas, provenientes de Europa (Italia, Francia, Alemania y Polonia) pero también refugiados originarios de otros países del mundo.

El servicio y las lecturas de la misa han sido aseguradas por los más pobres: una docena de personas necesitadas, migrantes o personas sin hogar, estaban al servicio del altar: uno de los lectores de la misa era un refugiado sirio, Tony, un francés, Serge, de la Asociación Fratello de Nantes, ha leído la segunda lectura. Un peruano y un brasileño, estudian en Roma gracias a bolsas de estudio, han leído la oración universal.

En el Ofertorio, una familia de Turín que vive «en condiciones precarias» y cuya hija de un año padece fibrosis quística, una enfermedad genética hereditaria, trajo las ofrendas al Papa.

Indignarse con el mal sin hacer nada

«Nadie puede pensar en ser inútil, nadie puede decirse a sí mismo que es tan pobre como para no poder dar algo a los demás», ha dicho el Papa Francisco en su homilía: Dios «confía a cada uno una misión….nos responsabiliza».

Y el Papa critica a este respecto «la omisión»:

«Nosotros también a menudo tenemos la idea de no haber hecho nada malo y estamos contentos, presumimos de ser buenos y justos….Pero no hacer nada malo no es suficiente. Porque Dios no es un controlador que busca billetes sin compostar, es un Padre en busca de hijos a quienes confiar sus bienes y sus proyectos».

No es suficiente «respetar las reglas», «cumplir con los mandamientos» ha insistido el Papa exhortando a vencer «la indiferencia». La indiferencia, ha explicado, «es decir: esto no me compete, no es asunto mío, es culpa de la sociedad». Es volverse de lado cuando el hermano tiene necesidad, es cambiar de cadena cuando una pregunta seria nos molesta, es también indignarse ante el mal sin hacer nada».

Dios, ha continuado, «no nos pedirá si hemos tenido una justa indignación, sino si hemos hecho el bien….Amar al pobre significa luchar contra todas las pobrezas, espirituales y materiales».

La misma mentalidad que Dios

El cristiano, ha subrayado el Papa, debe tener la «misma mentalidad que Dios»: no permanece inmóvil…se arriesga por amor, pone su vida en peligro por los demás, no acepta dejarlo todo como está. Él omite solo una cosa: lo que es útil para él. Esta es la única omisión justa».

El Papa ha destacado «lo que verdaderamente cuenta: amar a Dios y al prójimo. Esto solo, dura siempre, lo demás pasa; de manera que lo que invertimos en el amor permanece, el resto desaparece».

Por lo tanto, ha agregado, «esta elección está delante de nosotros: vivir para tener en la tierra o dar para ganar el cielo. Porque para el cielo, no vale lo que tenemos, sino lo que damos, y quien acumula tesoros para sí mismo no se enriquece con Dios». «Entonces, no busquemos lo superfluo para nosotros, sino lo bueno para los demás, y no nos faltará nada precioso» ha concluido el Papa.

Al finalizar la celebración, 1.500 personas pobres fueron acogidas en la Sala San Pablo VI del Vaticano para participar en una comida con el Papa. Las otras personas fueron transferidas a comedores, seminarios y colegios católicos de Roma, para participar también en un almuerzo festivo.

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