Irak empieza a juzgar a las mujeres extranjeras que se unieron al Ejército Islámico

(El Mundo/InfoCatólica) El Tribunal Penal Central de Bagdad ha dictado pena capital contra una ciudadana turca por su vinculación con la organización que dirige Abu Bakr al Bagdadi. En la misma vista, otras diez mujeres de distintas nacionalidades -con edades comprendidas entre los 20 y 50 años- han recibido la sentencia de cadena perpetua en virtud de una ley antiterrorista que establece que «toda persona que cometa, instigue, planifique, financie o ayude en actos de terrorismo recibirá una pena de entre 15 años de prisión y la pena de muerte».

El mes pasado la citada corte envió al cadalso a la primera extranjera, una alemana de origen marroquí por su adhesión al IS (Estado Islámico, por sus siglas en inglés). Durante la investigación, admitió haber viajado desde Alemania hasta Siria y posteriormente a Irak junto a sus dos hijas, que se casaron con combatientes yihadistas. Arrestada en Mosul, fue acusada de «ofrecer apoyo logístico y ayudar al grupo terrorista a llevar a cabo actos criminales» y «participar en ataques contra las fuerzas de seguridad».

En otra causa ante el mismo tribunal, la francesa Melina Bougedir, de 27 años, ha corrido mejor suerte. El magistrado ha ordenado su puesta en libertad y su deportación inmediata tras haber cumplido durante la detención preventiva los siete meses de pena por «acceder ilegalmente a territorio iraquí» al término de una vista en la que la acusada ha comparecido junto a su hijo menor. Los otros tres vástagos han sido ya repatriados a Francia.

«Entré a Siria con mi pasaporte francés pero el Daesh [acrónimo en árabe del Estado Islámico] me lo quitó. Permanecí en Siria cuatro días y luego viajé a Mosul junto a mi esposo y mis cuatro hijos», ha narrado ante el tribunal. Según su relato, difundido por Afp, su esposo Maximilien fue «cocinero del Daesh» y murió durante los nueve meses de asalto gubernamental a Mosul. La joven ha asegurado que en la segunda ciudad de Irak se limitó a ser «ama de casa». Residió en la urbe desde octubre de 2015.

Durante la vista, Melina ha confesado sentirse arrepentida por haber emigrado hasta el califato. Su abogado ha insistido en que «no participó en ningún acto de violencia y que se limitó a quedarse en casa». Un extremo que el tribunal ha atendido para condenarla a una pena mínima de siete meses por haber entrado en territorio iraquí «sin el visado expedido por las autoridades».

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