(InfoCatólica) El Prefecto emérito de la Congregación para la Doctrina de la Fe presentó el libro «Karol Wojtyla e 'Humanae vitae'. Il contributo dell’Arcivescovo di Cracovia e del gruppo di teologi polacchi all’enciclica di Paolo VI», de Pawel Stanislaw Galuszka.
En su intervención aseguró que la doctrina indicada por el papa Pablo VI en Humanae Vitae es irreformable, afirmación que fue ratificada por el profesor Livio Medina, que presidente del Pontificio Instituto Juan Pablo II para los Estudios sobre el Matrimonio y la Familia durante 10 años (2006-2016).
La tesis del cardenal Müller se basa en lo que en su día indicó Benedicto XVI, siendo cardenal Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, al recordar que los pontífices son custodios de la doctrina y no tienen autoridad para cambiarla cuando ya ha sido fijada por el Magisterio previo. Durante la presentación de Mulieris dignitatem, de san Juan Pablo II, Ratzinger dijo sobre la cuestión de la posible ordenación de mujeres para el sacerdocio:
Quien no puede compartir la fe católica en los sacramentos instituidos por Cristo, no debería tampoco querer describir la forma que debería asumir el sacerdocio católico. Resulta por tanto también equivocado reducir la Carta del Papa a la cuestión del sacerdocio de la mujer: el Papa no es en ningún caso un monarca absoluto, cuya voluntad tenga valor de ley Él es la voz de la Tradición; y sólo a partir de ella se funda su autoridad.
Müller aplica esa verdad sobre los límites de la autoridad papal a la cuestión de la enseñanza de la Iglesia sobre la anticoncepción.
Precisamente entre los documentos publicados por primera vez en el libro presentado, destaca una carta escrita por Karol Wojtyla a Pablo VI en 1969, después que algunas conferencias episcopales y téologos heterodoxos se habían pronunciado críticamente contra la «Humanae vitae». En esa carta, el por entonces arzobispo de Cracovia pedía al papa Montini que publicara urgentemente una instrucción contra las «opiniones nocivas» que circulaban, reafirmando con más fuerza todavía la enseñanza de la encíclica. Pablo VI no atendió su petición, y la oposición pública de los heterodoxos a Humanae Vitae siguió campando libremente por la Iglesia.
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