(AsiaNews) Una «pequeña grey bendecida por la sangre y por las lágrimas de millones de mártires» de las persecuciones soviéticas: así Mons. Tomash Peta, arzobispo de Nur-Sultan (nuevo nombre de Astana), describe a la iglesia católica de Kazajistán. A AsiaNews él delinea las características principales de una iglesia joven, compuesta por cerca de 150 mil fieles. Una Iglesia «pequeña en número», pero vivaz, activa, internacional y con una fuerte adoración a María. Una Iglesia que todavía reza en ruso, si bien la lengua oficial sea el kazajo. «Este año hemos publicado el primer libro religioso en kazajo. La esperanza- afirma- es lograr traducir el misal antes de fin de año de 2019».
Mons. Peta es el pastor de la arquidiócesis de S. María de Nur-Sultan. Él explica detalladamente la subdivisión de la Iglesia nacional, que volvió a la libertad después de la disolución de la unión soviética. En 2003 fue creada la Conferencia episcopal de Kazajistán, compuesta por las diócesis de Nur- Sultan, Karagandá (regida por Mons. Dell´Oro) y de la Santísima Trinidad de Almaty (guiada por Mons. José Luis Mumbiela Sierra); además están las administraciones apostólicas de Atyrau (regida por el p. Dariusz Buras) y la de los católicos de rito bizantino de Kazajistán y Asia Central (guiada por el p. Vasyl Hovera).
El país goza de libertad religiosa: «Podemos construir iglesias, capillas y monasterios. Invitamos a sacerdotes de todo el mundo. Por el momento, en el territorio residen religiosos de 20 nacionalidades, con un total de 120 sacerdotes y 130 religiosas. La Iglesia católica está reconocida gracias a un Acuerdo (una especie de Concordato) entre la Santa Sede y la República de Kazajistán. En la capital hay también un Nunciatura apostólica, regida por el arzobispo indio Francis Assisi Chullikatt».
Kazajistán es el noveno país más grande en el mundo, con una población de 18 millones de habitantes. El arzobispo reporta que el 70% profesa el islam y el 20% es cristiano ortodoxo ruso. Existe también una pequeña comunidad de luteranos y muchos grupos protestantes. La composición demográfica «de las estepas kazajas fue marcada por las deportaciones forzadas de los años 30 y 40. Por esto, después de la independencia obtenida en 1991, al menos 4 millones de personas emigraron. De éstas, también 500 mil católicos».
La Iglesia Católica fue marcada por un evento importante: «La visita pastoral del Papa Juan Pablo II en 2001 (22-25 septiembre). Ésta se realizó hace 11 años de los atentados contra las Torres Gemelas de Nueva York. El viaje mostró al mundo una Iglesia viva: en la misa celebrada en Astana había 40 mil personas. Sin exagerar, puedo afirmar que la visita papal abrió un nuevo capítulo en la historia de nuestra Iglesia. Desde aquel momento, cada 3 años se tiene en la capital un Congreso de representantes religiosos de todos los credos».
El viaje del pontífice fue también la ocasión para elevar a santuario nacional el Santuario mariano de Nuestra Señora Reina de la paz, en el pueblo de Ozyornoye. Aquí, «junto a la gran Cruz erigida en la cima de la colina, desde 1999 se realiza un encuentro de jóvenes. El encuentro es muy importante porque les ofrece la oportunidad de profundizar la fe cristiana y reflexionar sobre el propio futuro, sobre el matrimonio y la familia». En la cruz está escrito, en recuerdo de las víctimas de la represión comunista: «A Dios- honor. A los hombres- paz. A los mártires- el Reino de los cielos. Al pueblo de Kazajistán-gratitud».
Desde 2014 el pueblo de Ozyornoye, hospeda también un altar para la adoración, de nombre «La estrella de Kazajistán». Éste refleja una de las características principales de la comunidad católica: la fuerte adoración eucarística y en particular el culto a María. Mons. Peta reporta: iglesias, sacerdotes y sacramentos, los católicos han creado una especie de octavo sacramento: el rezo del Rosario. El motivo es que la única cosa que ellos podían hacer durante las persecuciones, era bautizar a los propios hijos y rezar el Rosario. En algún modo, el Rosario sustituyó la falta de pastores. Concluye, «Kazajistán es un país bendito, quizás gracias a aquella sangre y aquellas lágrimas de millones de mártires. Agradecemos al Señor y miramos al futuro con esperanza».
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